sábado, 21 de febrero de 2015

Cuéntame.

No sé si estás consiente de lo mucho que amo esta mesa vieja y mis teclas negras.

No sé si te mencioné el amor grandioso que se esconde detrás de las letras que te escribo, no sé si te lo dije alguna vez, espero que no, era un secreto turbio, de esos que nos teníamos ambos, era mi secreto, así que dime, confírmame el que te dije que te escribo por las tardes de diciembre.

Dime si ya te dije que te dedicaba canciones de Los Hombres G, dime si te conté sobre ese trauma de escribir mil veces nuestros nombres, cuéntame sobre qué te he dicho, dime si te he pedido perdón por tanta locura, platícame de las cosas que no te he recordado, pero mírame a los ojos  para no perdérmelos ni un minuto más.

Cuéntame sobre si ya te dije que me tienes hecha un desastre, disfruto ser tu desastre.
Cuéntame si te canté esa canción que me recuerda a ti, o si ya te conté le cuento de niños que te escribí el otro día cuando era mi hora favorita del día.

¿Te he contado yo sobre la cruz que se ve desde mi ventana y de la palmera que contrasta con el paisaje y que sale sobrando todo cuando te imagino acariciando las nubes?
¿Te conté de los nuevos árboles que he descubierto y la temida necesidad de salir a caminar solo tú y yo? ¿Te dije que te he soñado más de lo normal  y que incluso te he soñado cuando no estoy dormida? ¿Te he contado sobre mi amnesia amorística?

Cuéntame amor, si ya te he dicho suficientes te quiero para que salgas corriendo o aún no te has dado cuenta de que has dedicado vivir en mi país, impune de mis locuras y donde cenamos poesías todos los sábados.

Cuéntame sobre nosotros, incluso aunque no haya un nosotros.


Cuéntame.