No sé si estás consiente de lo
mucho que amo esta mesa vieja y mis teclas negras.
No sé si te mencioné el amor
grandioso que se esconde detrás de las letras que te escribo, no sé si te lo
dije alguna vez, espero que no, era un secreto turbio, de esos que nos teníamos
ambos, era mi secreto, así que dime, confírmame el que te dije que te escribo
por las tardes de diciembre.
Dime si ya te dije que te
dedicaba canciones de Los Hombres G, dime si te conté sobre ese trauma de
escribir mil veces nuestros nombres, cuéntame sobre qué te he dicho, dime si te
he pedido perdón por tanta locura, platícame de las cosas que no te he
recordado, pero mírame a los ojos para
no perdérmelos ni un minuto más.
Cuéntame sobre si ya te dije que
me tienes hecha un desastre, disfruto ser tu desastre.
Cuéntame si te canté esa canción
que me recuerda a ti, o si ya te conté le cuento de niños que te escribí el
otro día cuando era mi hora favorita del día.
¿Te he contado yo sobre la cruz
que se ve desde mi ventana y de la palmera que contrasta con el paisaje y que
sale sobrando todo cuando te imagino acariciando las nubes?
¿Te conté de los nuevos árboles
que he descubierto y la temida necesidad de salir a caminar solo tú y yo? ¿Te
dije que te he soñado más de lo normal y
que incluso te he soñado cuando no estoy dormida? ¿Te he contado sobre mi
amnesia amorística?
Cuéntame amor, si ya te he dicho
suficientes te quiero para que salgas corriendo o aún no te has dado cuenta de
que has dedicado vivir en mi país, impune de mis locuras y donde cenamos poesías
todos los sábados.
Cuéntame sobre nosotros, incluso aunque
no haya un nosotros.
Cuéntame.