martes, 7 de febrero de 2017

Sobre ser gordo y otras pendejadas por las cual las personas se sienten ofendidas.

Sobre ser gordo y otras pendejadas por las cual las personas se sienten ofendidas.

Tal vez esto sea lo más sincero que jamás escribiré y ha llegado como epifanía a mi corazón, en un punto donde necesito externarlo.

Pero se empieza por el principio, por el verbo ser o estar.

¿Sabes lo que es ser gorda?

Ser gorda significa ir a 20 tiendas a buscar un vestido y salir con las manos vacías, significa entrar al probador con 10 pantalones y que ninguno te quede, significa tener 15 y ponerte blusas de señora porque nada más te entra, significa vivir confinada a lo que la gente piense que te puede ir bien, significa escuchar millones de veces “lo gorda que estas” o las mil propuestas de  pagarte el gimnasio, significa escuchar comentarios filosos, comentarios pasivo agresivos, significa odiarte por no ser normal.

Ser gorda ha sido mi cruz, desde que tengo memoria, he cargado (literalmente) con el peso de no encajar, de tener que pedirle perdón al mundo por ser gorda, Oh ¡qué gran insulto!, ha significado que las personas duden de mi capacidad para realizar mi propio trabajo, o que sientan que necesito el auxilio de mis compañeros por miedo a que me caiga,  ha sido escuchar a “los expertos” decirme que estoy mal, enferma, deforme, que te regalen una orden para pruebas de laboratorio o un prueba de azúcar, porque “ellos saben”, ha sido escuchar consejos que no pides, ya sea sobre dietas o ejercicios, que existan 34348345954 remedios, el agua caliente con limón en la mañana, la dieta de la col, lo que sea, significa que te acosa el tipo de los desayunos de Herbalife, significa no encontrar un vestido para tu graduación de secundaría, de prepa, de universidad, significa que no gustarle a la gente.

¿No sabes qué es? ¿no tienes ni idea?
Es no voltear al espejo cuando sales de bañarte y aun no te cambias, es ser juzgado siempre, por todo, así sean 15 kg los que te sobran o 100, significa escuchar a las personas decir que debes tomar té, que te tomes un vasito con chía, significa que no importa lo que seas, quién seas, que pienses, porque antes que todo serás descrita como “la gordita”, ser gordo significa tener miedo de que no te dejen subir a un juego mecánico o sentirte mal si te comes unas papas en público por cómo te mire la gente, significa escuchar un “por eso está como está” por detrás de la espalda.
Ser gorda ha sido mi cruz, una cruz que no estoy dispuesta a cargar y que espero que nadie más nunca cargue, espero que te sientas bien si te comes un chocolate o decides vivir tu vida en la punta de un cerro, espero con ansias el día que alguna persona sea más lista que todo esto, que dejes de ser lo que “debes” de ser.  

Llevo 24 años de mi vida (casi 25) siendo una gorda y es para algunas personas a mi alrededor un tema tabú. Pocos son los que han tenido los huevos de decírmelo a la cara, pocos son los que realmente me importa que lo piensen, y a pesar de todo esto, a pesar de haber sido agredida emocionalmente durante todo este tiempo he tenido la fortaleza de aceptarme y amarme, en contra de toda predicción, no por ser “curvy” o gorda o como quieran decirle, sino porque yo soy una persona valiosa, competente, inteligente, noble, divertida, pero sobre todo feliz.


Supongo que pensarás que estoy mal y tienes todo el derecho de estar en desacuerdo, así como yo tengo todo el jodido derecho que mandarte a la mierda por toda crítica “constructiva” sobre mi persona.