domingo, 1 de octubre de 2017

Extraído de mi sueños.

Extraído de mi sueños.

Anoche soñé muy feo.
Se acababa el mundo y todos moríamos. Eran unos asteroides y veía como se acercaba a mí, me persignaba y le pedía perdón a Dios por todas las veces que hice mal. No me mataba, no el primero, fueron como 4 y al final me tocó, no sentí dolor alguno, solo quería saber que pasaba después de morir.
Dejamos de ser personas por un ratito, nos volvimos nombres flotando en un fondo negro, yo era “Fernanda” que estaba escrito con una letra Century Gothic en color morado, eso era yo. Después regresamos a nuestros cuerpos, sanos y salvos, en el que al parecer era el cielo. No sé qué hacía yo en el cielo, para serles muy honesto, la exclusividad del éste ha sido devaluada en los últimos años, ya cualquier sucio pecador entra.
Era un pasillo largo con muchas puertas, con alfombra, parecía un hotel y al principio estaba sola, peor luego llegue a lo que parecía más bien una recepción.
Ahí estaban TODOS y con todos me refiero a las personas que conozco y quiero.
Estábamos vestidos elegantemente de negro, no fúnebre, pero si impecable.
Nos veíamos muy guapos. De repente se escuchaba en el tumulto  una voz que nos decía que teníamos que buscar a nuestro compañero/compañera para entrar, porque resulta que al cielo se entra de a dos.
No es broma. Yo no entendía nada, me había librado de ir a las fiestas terrenales en plan de amiga incómoda que no lleva a nadie para que en el mismísimo cielo me pidieran acompañante. Pensé seriamente en librármela diciendo, “¡Dios!, yo vengo con dios” pero aunque no me lo habían dicho, ya no era capaz de mentir, política de la empresa, supongo.
Comencé a ver a mis conocidos emparejándose, uno por uno, ya no había que ocultar nada, nadie pretendía ser algo que no era. Encontré a mis primos con sus novias, a mis amigas con sus prometidos, a mi maestros con sus esposas y luego desubicada y buscando en el montón de gente vi a mi tía. Ella buscaba a mi tío y estaba a 2 de entrar en pánico porque no lo encontraba, recuerdo que la abracé y le dije que no se preocupara que él de seguro también la estaba buscando y luego apareció pero era más chaparrito de lo normal y ambas buscábamos en lo alto porque siempre solía destacar. Le dijo que era más pequeño porque uno es al amor su semejanza y ella era su chaparra y en este nuevo mundo la quería tener más cerquita.
Yo sabía que él la amaba un chingo. Se notaba.
Después me encontré a un conocido que siempre pensé que era gay, con su nuevo novio, me sonrió  y me dijo que me presentaba a Erick, su pareja, un doctor muy guapo por cierto, como les decía, en esto ya no había secretos ni dudas, todos éramos lo que éramos.
No me preocupó no encontrar a nadie, para serles muy sincera yo no sabía a quién diablos estaba buscando pero se me hizo obvio que lo entendería cuando llegara, porque si era mi otro yo, mi “no sé que putas tiene pero lo amo”, debería de estar en el cielo, buscándome, ¿no?
Ya casi todos estaban emparejados y yo mejor me senté en un sillón cafecito que estaba ahí en medio del todo.
Vino una amable señorita y me preguntó que hacía ahí <<no lo sé>> le contesté.
Ella ofreció ayuda para buscar conmigo <<no sé quién sea>> le volvía contestar.
-Pero ¿cómo es?
-No lo sé en verdad.-  le dije con toda la sinceridad del mundo.

Luego cruzó un nombre por mi cabeza y se lo dije…
Ella buscó en la lista.

-No esta señorita, a lo mejor él está más abajo.
-¿Más abajo?
-Sí, en un piso debajo de este.
-¿Hay pisos?
-Sí, esta es la planta baja.
-Pero entonces, ¿abajo que hay?
-El estacionamiento.
-A lo mejor esta estacionando el carro.
-Es solo para administrativos.
-¿Entonces? ¿Cómo puede estar abajo?
-Abajo del estacionamiento me refiero.
-¿Qué hay ahí?
-Sólo le diré que de eso no me encargo yo, son unas tipas con faldas muy cortas, rubias y con escotes grandes. Las “diablitas” les decimos.
-Señorita ¿me está diciendo que está en el infierno?
-Algo así.
-Pero aquí se entra de a dos ¿no?, lo dijeron hace rato.
-Así es.
-Entonces ¿cómo voy a entrar?
-Usted puede ir por él.
-¿Es un chiste? Todos encontraron su amor en la recepción y yo ¿tengo que ir “debajo del estacionamiento” por el mío?
-Pregunte primero si está ahí. 


Me acerqué a una de las “diablitas” que parecían strippers pero nice. Una llamada Lucía me dijo que la lista era larga pero que lo buscaría y ahí estaba, onceaba columna, sexta fila.Con negritas.
Cámara 7.
Es un chiste. Iría a buscarlo al infierno. En verdad. Me dio unas botas de bomberos y me dijo <<cuidado, está caliente>> me puse un casco rojo y salí de la recepción.
¾    Nunca me la pones fácil ¿verdad Dios? Apuesto que las monjitas que entrega su vida a ti no tienen que pasar por este filtro… haz de entrar con todas en plan de “ellas vienen conmigo”.
Me quejé hasta enfrente de la escalera para acceder a debajo del estacionamiento.
No había llamas, no estaba caliente. Parecía normal, una sencilla puerta moderna color chocolate, manija cromada.
No parecía el infierno o “algo así”. Si el cielo era un hotel, el infierno debía ser un spa o algo, un sauna, atendido por mujerzuelas, donde los niños que se portan mal son usados de meseros y la comida la facturan para cobrárselas a los municipios. Debió estar lleno de diputados y senadores, con sus panzas grandes y sus trajes caros.
No pregunté nunca porque él estaba ahí, no era necesario, yo ya lo sabía.

Y vi la puerta arder, ante mi certeza de que debí usar short ese día y no un vestido largo, sabía que terminaría mal. Con migo llena de hollín jalándolo de la mano para salir por la puerta, ¿tendría que hablar con el diablo? me pregunté  a mí misma ¿tengo que pedir permiso para sacarlo?, ¿qué tan anárquico es el infierno?, igual si me quedaba ahí ¿me sacarían?, ¿quién me sacaría? Supe que mi mamá iría por mí, pero igual ¿y si no me quería ir?¿ y si en lugar de llevármelo al cielo, terminaba en la cámara 7, debajo del estacionamiento con él?
No sé de donde viene tanta determinación cuando te han dicho que tienes que hacer las cosas. Creo que es porque ya no tienes que pensarlas, ya no hay otro camino, es ese y es ahora y ahora estaba vestida con un traje amarillo, con botas que pesaban una tonelada, con un casco y con ganas de que las cosas salieran bien. Abrí la puerta del infierno y lo vi.


Me desperté.
Me levanté y después mire a la ventana, un ratito, son las 7:20am. No estoy en el inferno, no he visto el cielo y nadie ha muerto.
Pero que feo fue, llegar sin ti a donde te dije que te llevaría.