viernes, 13 de marzo de 2020

Con R de Rata.


Con R de Rata.

Lo vi taclearla como futbolista profesional, la que hace un rato me llamaba “la gorda de amarillo”.
No me lee, si me leyera supiera lo que no le he dicho. Lo que su novio no le ha dicho, lo que me gustaría gritarle.

Mi mamá dice que el peor sentimiento que se puede sentir es la lástima y coincido.
También dice que “hacerle caso a un pendejo es engrandecerlo” pero a veces decido ignorar los consejos de mi mamá, me gana lo García.

Quería hacerle daño. Muchísimo.

Lo físico siempre es perenne. Hay un dolor entrañable que nace en el estómago y termina en la garganta. De ese daño quería hacerle. De uno que no se recuperara, que le rogara a los días acabarse para hundirse en noches de ansiedad, de dolor, de tristeza, de vacío.

Soñé que se caía en el canal, como el montón de gente que se ha caído, soñé que no salía, que se ahogaba en sus mentiras, que la fuerza era tal que no podía abrir las puertas. Soñé que no se recuperaba de eso. Lo escribo y lo asiento. Porque no fue un sueño, porque fue un deseo y solo Dios sabe que tan poderosos son los deseos.  

Cuando me habló para pedirme disculpas me dieron más ganas de nunca haberlo conocido, le dije que se metiera sus disculpas por el culo. Eso no solucionaba nada porque sencillamente no había nada que solucionar, pude haberle hecho daño, pero siempre siento que cuando lo lastimo me lastimo a mí misma. Odiarlo implicaría ponerle una atención que no estoy dispuesta a darle. Le dije que para mí se murió esa noche y le colgué. Que fácil hubiera sido caminar media cuadra y llorarle a su papá, que fácil hubiera sido una demanda, una orden de restricción, decirle a sus papás que las mentiras, las drogas, la depresión, el alcohol y esa mujer le van a arrebatar a su hijo, que lo ayudaran porque yo simplemente no podía, ya no quería.  Que yo lo quise como mi hermano, que fue mi mejor amigo, que fue mucho más que eso. Que no sé en qué se ha convertido, que no lo reconozco y que esa noche lo vi y sentí lástima. Pura y virgen lástima. Pude enseñarle las marcas, las conversaciones, las fotos. Pude haber sido esa “perra” pero cuando le hago daño, también me lastimo a mí.

El karma no es expedito y para ser más sincera puede que no le llegue, que la vida no se lo cobre,  pero para mí, el ya eligió su penitencia y la lleva cargando desde hace unos años, se van a pudrir juntos.  
Supongo que se ha de sentir peor ser él, saber que naciste sin huevos, que cuando tuviste 3 pesos se te olvido el suelo, que fuiste utilizado por todos, que nadie te quiere, que ni tú mismo te quieres, que te arrastras por unas migajas de amor de alguien que compartes con el pueblo entero, que eres, fuiste y serás un vil gusano y pido disculpas al gusano con el que lo compare, no hay adjetivo para un ser vivo que describa su nivel.

Que, sin temor a equivocarme, no queda nada que salvar dentro de él.

Creo también francamente que era necesario desearle la muerte para saber que para mí ya estaba muerto.

Tiene punto y es final.