jueves, 25 de mayo de 2023

Noche Triste 208

Estar con él se sentía regresar a tu casa de la infancia. Conocía todos su lugares secretos y la manera en que debo moverme, las dimensiones de sus espacios y dónde levantar la llave para abrir la puerta. Se sentía tan propio que casi olvido que esa no es mi casa. Ya no. 

Olvidaba el frío que hacía cuando no sabía quedarse, el olor de su pecho cuando no se ha bañado y la falta de besos porque nadie siente nada. Olvidaba la incertidumbre y los años de preámbulo para llegar a un risco sin salida. No sabe a casa, sabe a lugares que ya no visitaba y olvidaba porqué.

Era peligroso el sentimiento de tristeza que ambos compartíamos y el desamor que nos unía. 

No he besado a nadie desde que me rompieron el corazón y sé que ese beso que buscaba en sus labios no arreglará nada.

Después de buscarnos sin encontrarnos él se fue lejos. Otra despedida para la que no estaba lista. 


Estoy rota a un nivel que nadie puede arreglarlo. Ni el mismísimo rey del infierno. Ni ningún Ángel caído. Y empiezo a creer que ni yo misma puedo reparar mi fe en la humanidad. 

Siento que no estoy empezando desde cero. Que empiezo desde -1000. Que el agujero tan hondo en el que he caído no tiene escaleras ni atajos para subir. Soy solo yo con un par de manos, medio pulmón, una rodilla rota  y un recuerdo de una risa que me martilla en la mente cada vez que me percato que se ha ido.


Y aún aquí abajo escucho su voz, y un rayo de luz que llega al inframundo. Una caricia de sol que me dice que “todo va a estar bien”.

Y eso espero. Que todo vaya a estar bien.