Sobre lo inesperado o como yo le digo "Puta Madre"
¿Te ha
pasado?, ¿sabes? Cuando vas en una persecución en un carro rosa, vas rápido,
muy rápido, tus sentidos están al borde, sensibles , alerta y de repente chocas
con una moto que se termina estrellando contra un camión que reparte gas y te
preparas para que explote (por que lógicamente si algo se estrella con un camión
de gas y los tanques se empiezan a tirar y el gas a salir esperas eso) si sabes
¿no? Esperas una mega explosión, te cubres lo ojos, tu cuerpo se tensa rezas y esperas:
NADA, no explota.
Sigues el
camino y chocas otro auto (para este entonces te has dado cuenta que debiste
tomar esas clases de manejo que tanto te sugirió tu madre) que se estrella
contra una pipa de gasolina (¿que acaso solo transitaban cosas inflamables en
esta carretera?), ahora sí, “ya valió”
piensas, te pones en posición, te despides de este mundo y de tu vida como la
conocías, crees morir y te preparas para eso. Pasan unos segundos de dulce y
eterna angustia y no explota. Sintiéndote bendecida sigues tu camino cuando
entonces rozas una bicicleta que se estampa con una camioneta que lleva
gallinas, unas cajas con gallinas y ¡BOOM! Explota de una manera que se sale de
contexto, así sin previo aviso, en tu cara y te marca, te cambia, te duele
porque no lo esperabas, no lo esperabas porque se suponía que no pasaría así,
pero pasa y te vuelves un pedazo de nada que salió volando, eres un daño
colateral.
Así llegan
las personas, en el peor momento, cuando estas con la guardia baja, cuando has
mandado de vacaciones a la guardia (junto con tu conciencia ya que había
paquete 2x1) y no lo esperas, y la riegas, feo, porque no estabas lista, porque
no lo querías, porque lo dejaste pasar y mientras la culpa te muele despiertas
después de la explosión y recuerdas que tienes que seguir, que la persecución no
se ha acabado y tu aún sigues en el auto rosa y sigues, porque es lo que debes
hacer, o lo que tienes que hacer. No importa. Lo haces.