martes, 1 de marzo de 2016

Cicatricure y otras maneras de curarte el alma

Cicatricure y otras maneras de curarte el alma. 


Las personas no se van, incluso aunque las corras, aunque les des motivos para irse o aunque tú no quieras que se vayan.

Las personas no solo se van y si se van te dejan mañas, desde bajar música que ni te gusta o canciones que nunca te aprenderás hasta fijarte a ambos lados antes de cruzar, doblar las servilletas, fumarte un cigarro a las 4:40 pm, recoger la basura que te encuentres tirada, tomarse de las manos de cierta forma, ir por dentro de la banqueta, acomodar el asiento del carro o tomarte  la Coca- Cola de 7 tragos.

La gente no se va, se queda, en ti y en sus modos, esos que hiciste tuyos sin quererlo, porque te acostumbraste a lidiar con ellos; la gente no se va ni aunque las dejes ir, se queda en ti, por siempre o por un rato, depende de cuánto los quisiste.

No se llevan sus malos consejos ni sus  horribles hábitos, como tirar latas de cervezas en los canales, como pasar la saliva como si tuvieran sed, como hacerle  “uff”  cuando  algo es muy bueno, como sentirte rara y culpable cuando dices “cueris” o alguna otra palabra que indique dulzura, decir “Jalowin o Jaqueline”

La gente se termina yendo, por fin, por segunda vez, cuando se borran de ti sus costumbres, cuando  tu corazoncito usa Cicatricure y se te borra ese arañazo,  cuando vuelves a ser tú y te quitas esos pedazos de personas que explotaron junto a ti. Cuando sanas.

Las personas se van dos veces y la segunda es para siempre.


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