lunes, 28 de agosto de 2017

Sobre ser feliz y el problema con la estabilidad

Sobre ser feliz y el problema con la estabilidad

No me malinterpreten, yo amo la estabilidad, pero he comprobado que esta vida es una evolución constante; tal vez hayas leído en algún lado que siempre ando poniendo cosas sobre eso:
“Evolucionar constituye una infidelidad, a los demás, al pasado, a las antiguas opiniones de uno mismo…”
De hecho es el primer post de este blog.
Hay una cosa que pocas personas saben, porque principalmente, nunca he considerado necesario decir.
Yo soy feliz. No estoy, yo soy feliz.
Me ha costado un montón aceptarlo y no ha sido un proceso fácil, créanmelo.
Algo que tampoco muchas personas saben es que yo no era feliz, tenía absolutamente todo lo que las personas deseaban y aun así no me era suficiente. Ha sido un proceso largo,  de algo así como 7 años,  de lamerme las heridas, de reconstrucción, de evolución, de serle infiel al pasado, a las personas y a la opinión que tenía de mi misma.
Gracias a Dios soy ingeniero civil, eso me ayudó a construirme de nuevo.
Como les dije, hace como 7 años regresé a mi casa con el corazón roto, sin escuela, con una familia enojada, sin trabajo, sin autoestima y con ganas de tirarme de un puente… literalmente.
Estaba rota, deshecha, cansada, muerta.
Lloré todas las noches, sin falta, durante un año completo, era mi píldora para dormir, fingía todo el día esperando por llegar a mi cuarto y llorar hasta cansarme. En serio me estaba llevando la chingada y yo estaba encantada de que me llevara, es más, hasta le daba la mano, en el fondo creía que me lo merecía, que había hecho todo mal, que la había cagado incomensurablemente y me merecía todo eso.
¿Han visto la película Elizabethtown?, donde Orlando Bloom pierde mil millones de dólares en un producto que resulta ser un fiasco y cuando está apunto de suicidarse su papá muere y tiene que ir al entierro. Él se enamora de la azafata del vuelo camino a Elizabethtown.
Quise ser Orlando Bloom, debieron de ver la manera tan desgarradora que lloré la primera vez que la vi, en serio me ardieron los ojos.
Yo no me enamoré de nadie, ni me atropello el verdadero amor, ni nuestras miradas se cruzaron mientras brillaban destellosde luz. Eso no me pasó a mí. Pero entendí que aunque todo fuera un asco tenía que sacarle provecho.
No me quedé un año llorando, sentada sin hacer nada. Me ocupé, e intenté usar de terapia el trabajo, así que me conseguí uno, lo malo era que tenía demasiado tiempo libre, por lo cual había muchas oportunidades de pensar.
Así que también conseguí otro y otro más.
Tenía trabajo de lunes a domino por las mañanas, los jueves descansaba temprano y por las tardes  los martes, miércoles y jueves iba a inglés, los lunes, viernes y sábado trabajaba en otro lado y los domingos en otro y cómo no me era suficiente para estar cansada, me salía a correr para llegar tan muerta que pudiera desmayarme.
No funcionó. El trabajo te quita tiempo pero la mente es mañosa, me seguía torturando en mis ratos libres, mientras me bañaba, mientras tendía la cama, mientras barría o mientras comía.
No entendí porque no funciono hasta mucho después. Yo no quería salir de hoyo, sentía que toda la miseria por la que estaba pasando era necesaria y en el fondo aún creía que lo merecía.
Pensé que ese año iba a dedicármelo a mí, a ser una persona saludable, a enderezar mi vida, a hacer las cosas bien. Me volví a mentir, tuve una racha casi grosera de mala suerte y  todo lo humanamente posible me salió mal.   
No exagero, en serio. Aun no sé cómo salí viva.
Cuando salía de mi casa decía “¿en serio Dios? ¿Qué tan hija de la chingada debí ser como para que me pase esto a mi? ¿Por qué todo me pasa?”
 Era 2010 y en ese entonces empezó como el boom de youtube, de los vlogger y me volví super fan, me suscribí como a 100 canales y  no me perdía ningún video, hasta actualizaba constantemente mi página de entrada de youtube.
Y entonces vi el video de EVOLUCIONAR que subió Benshorts, hace un millón de años.
Me dolío.
Era lo que necesitaba escuchar, pensé que él lo había escrito y luego descubrí que era parte una película que se llama “todas las canciones hablan de mi” y la tuve que ver.
Era sobre una relación que termina y el proceso que pasan ambos por olvidarse… el final fue… tienen que verla.
Lloré desconsoladamente aún más (creo que ese año lloré todo lo que no había llorado en mi vida).
Yo quise ser Ramiro, quise escribirle una carta al amor y decirle que yo sabía que todo me estaba saliendo mal pero eso no significaba que no lo hubiera dejado de amar.
Esa fue la clave, Ramiro trabajaba en una librería y leía montones.
Yo empecé a leer un poco más y leí libros que me hicieron reír un montón y libros con los que lloré otro poco (era como una fuente viviente).
Y cuando ya no encontré cosas que quisiera leer me di cuenta que tenía que escribirlas yo misma.
Y empecé a escribir. Miento, seguí escribiendo. Lo que antes para mí era un mero hobby, algo que hacía en navidades, cumpleaños y para tareas de la escuela se convirtió en mi más grande terapia.
He escrito un montón de cosas.
Tengo como 300 documento de Word, más la cantidad inmensa de post de FB, más las que están perdidas en hojas de papel, en servilletas, en hojas de libreta, en notas, en prácticamente todos lados.  
Escribir fue mi mejor terapia, fue decirle al mundo y a mi misma todo eso que me estaba consumiendo.
Decirles hey, estoy aquí, no me he muerto y no pienso hacerlo.
Encontré el valor que no estaba buscando y la mejor manera de expresar mis sentimientos, mis pensamientos, a mí misma.
Escribí un chingo de cartas.
A todo mundo.
Escribí historias, cuentos, canciones, poemas, lo más ridículo que puedan imaginar.
Escuché canciones, tuve un problema casi enfermizo con Coldplay, conocí a Adele y le cante “Someone like you” hasta desgarrarme la garganta, uff, tuve a Fernando Delgadillo y su “No me pidas ser tu amigo”
Yo volví a nacer. Otra vez y esta vez, yo misma asistí mi parto.
Entre más escribía más me daba cuenta que no era una mala persona, que toda la mierda que me pasaba la traía a mí misma y que  la única manera de salir de ese estúpido hoyo era escalando.
Saqué mi ficha para Ing. Civil, aprendí a maquillarme, salía a caminar con “Strawberry swing” en los audífonos, hice amigos de fin de semana, amigos de entre semana, cuidé sobrinos ajenos, conocí las nieves de la Porfirio, tomé un amor enfermizo por Gabriel García Márquez, sufría de acoso por niños de la prepa y para entretenerme la mente intenté enamorarme de un tipo que ni me gustaba, vi 1520 tutoriales de belleza, me puse uñas postizas, me arranqué las uñas postizas, descubrí que mis amigos de verdad seguían ahí.
Como les dije volví a nacer.
Justo antes de entrar a civil, algo así como una semana, me encontré con el tipo que rompió mi corazón, que además era mi mejor amigo, que además, le costó como 2 segundos olvidarme, del cual, además, seguía enamorada, como toda la pinche vida.
Tenía como año y medido que no lo veía. Eso en Rioverde es como todo a una vida.
Era el puntito que me faltaba para terminar mi párrafo.
Así que iba manejando y lo vi en la calle, yo estaba con mi mejor amiga y él con su hermano, recuerdo que ni siquiera disimulé.
Grite “no mames” como si acabara de atropellar a una familia de perritos bebesh.
Y me regresé, estacioné la camioneta y lo detuve.
Ya no quería seguir huyendo, me merecía por lo menos la paz.
Hablamos un rato, yo estaba despeinada como toda la vida, pero por lo menos me veía hermosa (mentira, había pasado la tarde acostada viendo una película con mis amigas, creo traía salsa de palomitas en la blusa, no me había visto en un espejo en más de 10 horas y posiblemente no traía peinadas mis cejas, mi cabello aún estaba hecho chinos y cortito, con corte de señora de 60 años, era un desmadre, pero siempre pasa así cuando vez a tu ex).
Solo quedamos en ser amigos otra vez, tenía 19, no me juzguen.
Fuel el puntito para ahora sí empezar.
Comencé un lunes con una sonrisa en el rostro, aún recuerdo a Joao diciéndome que era la única persona en el mundo que tenía clases a las 7am e iba toda feliz, él no sabía que llevaba un año esperando sentirme yo nuevamente.
Fue fácil regresar y descubrir que era aún más fácil no portarme tan bien. Conocí el alcohol jajajajaaja, las escapadas a nadar, la adrenalina de no llegar a tiempo, la pobreza de desayunar con 20 pesos y me volvió a doler la panza de tanto reírme.
Conocí la sonrisa perversa que me despertaría todos los domingos con una llamada para contarme sus aventuras.
Conocí los ojillos más mentirosos de todo el mundo.
Y también conocí el amor… el amor propio.
El amor que tuve que cultivar, que cultivo diariamente.
Aunque no se note algunas veces. Aprendí la lección más bonita por un corazón roto.
Aprendí que nadie puede amarte más de lo que tú te amas y que para tener la capacidad de amar a alguien más de una manera sana debemos primeramente amarnos a nosotros mismos.
También ayudó que crecí mucho en esos años y que aún lo sigo haciendo, que maduré un montón. Aunque le hable como bebé a mi hermana y diga shi shi shi.
Hay cosas más importantes en la vida que comportarse como un adulto.
Se llaman ser feliz.
Siempre escuche que la felicidad es el viaje y no un destino y suena muy mamón, pero es verdad.
No quiero escucharme como Charlotte de Sex at the City, diciendo que ella es feliz todos los días, pero así es.
Soy feliz todos los días, no todo el día, cada día, pero si un momento.
Y encontré toda la felicidad que pudiera conocer en mi misma, adentro. Las cosas de afuera pueden ser las mismas, o el tiempo ser diferente o todo haber cambiado pero lo que realmente cambio, lo que realmente evolucionó fui yo.
Me siguen pasando cosas malas, raras, de esas que dices no te pases, en serio te pasó esto… soy un chamoy en potencia, pero ya no lloro, ni me aflijo en las noches, ya duermo bien, muy bien, ya me doy permiso de regarla y luego me rio de mis babosadas, entendí la importancia de no tomarse tan personal todo, de reírme de mi misma y de saborear las pequeñas cosas que te da la vida.
Aprendí a escribir sobre otras cosas que no fueran amor. Y a que el amor, así como Dios, así como las vibras buenas, así como el universo en sí, reside en ti. Porque tú eres el sol.
Esto no es una guía, ni mucho menos un montón de consejos, no es nada de eso, es solo que si tú en este momento sientes que todo es un asco o que no puedes con algo, cálmate, no entres en pánico, no hay mal que dure 100 años ni pendejo que lo aguante, vas a salir, agarra la botella de vino, un poquito de valor y levántate, que la vida no te encuentre sentado esperando un milagro, mueve tu maldito trasero de ahí y empieza a vivirla, aunque no sea lo que tu querías, aunque no estuviera en tus planes, recuerda que tú la construyes, todos los días. Que tu futuro está literalmente en tus manos. Que todo lo que hagas hoy va a importar mañana y que si te cansas hay que seguirle.
Si aún no tienes ganas, si quieres seguir ahí, no te juzgo, llora un chingo, grita, golpea un saco de box, enójate, miéntale la madre a quien te haya hecho daño, miéntasela a la vida, al amor, a todo.
Límpiate la cara y ahora ve a ganarle, a que las malas cosas te encuentren sonriendo, agitado de subir las escaleras, despeinado de bailar y sobre todo, ansioso de romperle la madre a todo lo que venga.

Porque tú eres el sol y nada apaga a un sol.