Sobre ser
feliz y el problema con la estabilidad
No me
malinterpreten, yo amo la estabilidad, pero he comprobado que esta vida es una
evolución constante; tal vez hayas leído en algún lado que siempre ando
poniendo cosas sobre eso:
“Evolucionar
constituye una infidelidad, a los demás, al pasado, a las antiguas opiniones de
uno mismo…”
De hecho es
el primer post de este blog.
Hay una
cosa que pocas personas saben, porque principalmente, nunca he considerado
necesario decir.
Yo soy
feliz. No estoy, yo soy feliz.
Me ha
costado un montón aceptarlo y no ha sido un proceso fácil, créanmelo.
Algo que
tampoco muchas personas saben es que yo no era feliz, tenía absolutamente todo
lo que las personas deseaban y aun así no me era suficiente. Ha sido un proceso
largo, de algo así como 7 años, de lamerme las heridas, de reconstrucción, de
evolución, de serle infiel al pasado, a las personas y a la opinión que tenía
de mi misma.
Gracias a
Dios soy ingeniero civil, eso me ayudó a construirme de nuevo.
Como les
dije, hace como 7 años regresé a mi casa con el corazón roto, sin escuela, con
una familia enojada, sin trabajo, sin autoestima y con ganas de tirarme de un
puente… literalmente.
Estaba
rota, deshecha, cansada, muerta.
Lloré todas
las noches, sin falta, durante un año completo, era mi píldora para dormir,
fingía todo el día esperando por llegar a mi cuarto y llorar hasta cansarme. En
serio me estaba llevando la chingada y yo estaba encantada de que me llevara,
es más, hasta le daba la mano, en el fondo creía que me lo merecía, que había
hecho todo mal, que la había cagado incomensurablemente y me merecía todo eso.
¿Han visto
la película Elizabethtown?, donde Orlando Bloom pierde mil millones de dólares
en un producto que resulta ser un fiasco y cuando está apunto de suicidarse su
papá muere y tiene que ir al entierro. Él se enamora de la azafata del vuelo
camino a Elizabethtown.
Quise ser
Orlando Bloom, debieron de ver la manera tan desgarradora que lloré la primera
vez que la vi, en serio me ardieron los ojos.
Yo no me
enamoré de nadie, ni me atropello el verdadero amor, ni nuestras miradas se
cruzaron mientras brillaban destellosde luz. Eso no me pasó a mí. Pero entendí
que aunque todo fuera un asco tenía que sacarle provecho.
No me quedé
un año llorando, sentada sin hacer nada. Me ocupé, e intenté usar de terapia el
trabajo, así que me conseguí uno, lo malo era que tenía demasiado tiempo libre,
por lo cual había muchas oportunidades de pensar.
Así que
también conseguí otro y otro más.
Tenía
trabajo de lunes a domino por las mañanas, los jueves descansaba temprano y por
las tardes los martes, miércoles y
jueves iba a inglés, los lunes, viernes y sábado trabajaba en otro lado y los
domingos en otro y cómo no me era suficiente para estar cansada, me salía a
correr para llegar tan muerta que pudiera desmayarme.
No
funcionó. El trabajo te quita tiempo pero la mente es mañosa, me seguía
torturando en mis ratos libres, mientras me bañaba, mientras tendía la cama,
mientras barría o mientras comía.
No entendí
porque no funciono hasta mucho después. Yo no quería salir de hoyo, sentía que
toda la miseria por la que estaba pasando era necesaria y en el fondo aún creía
que lo merecía.
Pensé que
ese año iba a dedicármelo a mí, a ser una persona saludable, a enderezar mi
vida, a hacer las cosas bien. Me volví a mentir, tuve una racha casi grosera de
mala suerte y todo lo humanamente
posible me salió mal.
No exagero,
en serio. Aun no sé cómo salí viva.
Cuando
salía de mi casa decía “¿en serio Dios? ¿Qué tan hija de la chingada debí ser
como para que me pase esto a mi? ¿Por qué todo me pasa?”
Era 2010 y en ese entonces empezó como el boom
de youtube, de los vlogger y me volví super fan, me suscribí como a 100 canales
y no me perdía ningún video, hasta
actualizaba constantemente mi página de entrada de youtube.
Y entonces
vi el video de EVOLUCIONAR que subió Benshorts, hace un millón de años.
Me dolío.
Era lo que
necesitaba escuchar, pensé que él lo había escrito y luego descubrí que era
parte una película que se llama “todas las canciones hablan de mi” y la tuve
que ver.
Era sobre
una relación que termina y el proceso que pasan ambos por olvidarse… el final
fue… tienen que verla.
Lloré
desconsoladamente aún más (creo que ese año lloré todo lo que no había llorado
en mi vida).
Yo quise
ser Ramiro, quise escribirle una carta al amor y decirle que yo sabía que todo
me estaba saliendo mal pero eso no significaba que no lo hubiera dejado de
amar.
Esa fue la
clave, Ramiro trabajaba en una librería y leía montones.
Yo empecé a
leer un poco más y leí libros que me hicieron reír un montón y libros con los
que lloré otro poco (era como una fuente viviente).
Y cuando ya
no encontré cosas que quisiera leer me di cuenta que tenía que escribirlas yo
misma.
Y empecé a
escribir. Miento, seguí escribiendo. Lo que antes para mí era un mero hobby,
algo que hacía en navidades, cumpleaños y para tareas de la escuela se
convirtió en mi más grande terapia.
He escrito
un montón de cosas.
Tengo como
300 documento de Word, más la cantidad inmensa de post de FB, más las que están
perdidas en hojas de papel, en servilletas, en hojas de libreta, en notas, en prácticamente
todos lados.
Escribir
fue mi mejor terapia, fue decirle al mundo y a mi misma todo eso que me estaba
consumiendo.
Decirles
hey, estoy aquí, no me he muerto y no pienso hacerlo.
Encontré el
valor que no estaba buscando y la mejor manera de expresar mis sentimientos,
mis pensamientos, a mí misma.
Escribí un
chingo de cartas.
A todo
mundo.
Escribí
historias, cuentos, canciones, poemas, lo más ridículo que puedan imaginar.
Escuché
canciones, tuve un problema casi enfermizo con Coldplay, conocí a Adele y le
cante “Someone like you” hasta desgarrarme la garganta, uff, tuve a Fernando
Delgadillo y su “No me pidas ser tu amigo”
Yo volví a
nacer. Otra vez y esta vez, yo misma asistí mi parto.
Entre más
escribía más me daba cuenta que no era una mala persona, que toda la mierda que
me pasaba la traía a mí misma y que la única
manera de salir de ese estúpido hoyo era escalando.
Saqué mi
ficha para Ing. Civil, aprendí a maquillarme, salía a caminar con “Strawberry
swing” en los audífonos, hice amigos de fin de semana, amigos de entre semana,
cuidé sobrinos ajenos, conocí las nieves de la Porfirio, tomé un amor enfermizo
por Gabriel García Márquez, sufría de acoso por niños de la prepa y para
entretenerme la mente intenté enamorarme de un tipo que ni me gustaba, vi 1520
tutoriales de belleza, me puse uñas postizas, me arranqué las uñas postizas,
descubrí que mis amigos de verdad seguían ahí.
Como les dije
volví a nacer.
Justo antes
de entrar a civil, algo así como una semana, me encontré con el tipo que rompió
mi corazón, que además era mi mejor amigo, que además, le costó como 2 segundos
olvidarme, del cual, además, seguía enamorada, como toda la pinche vida.
Tenía como
año y medido que no lo veía. Eso en Rioverde es como todo a una vida.
Era el
puntito que me faltaba para terminar mi párrafo.
Así que iba
manejando y lo vi en la calle, yo estaba con mi mejor amiga y él con su
hermano, recuerdo que ni siquiera disimulé.
Grite “no
mames” como si acabara de atropellar a una familia de perritos bebesh.
Y me
regresé, estacioné la camioneta y lo detuve.
Ya no
quería seguir huyendo, me merecía por lo menos la paz.
Hablamos un
rato, yo estaba despeinada como toda la vida, pero por lo menos me veía hermosa
(mentira, había pasado la tarde acostada viendo una película con mis amigas,
creo traía salsa de palomitas en la blusa, no me había visto en un espejo en
más de 10 horas y posiblemente no traía peinadas mis cejas, mi cabello aún
estaba hecho chinos y cortito, con corte de señora de 60 años, era un desmadre,
pero siempre pasa así cuando vez a tu ex).
Solo quedamos
en ser amigos otra vez, tenía 19, no me juzguen.
Fuel el
puntito para ahora sí empezar.
Comencé un
lunes con una sonrisa en el rostro, aún recuerdo a Joao diciéndome que era la única
persona en el mundo que tenía clases a las 7am e iba toda feliz, él no sabía
que llevaba un año esperando sentirme yo nuevamente.
Fue fácil
regresar y descubrir que era aún más fácil no portarme tan bien. Conocí el
alcohol jajajajaaja, las escapadas a nadar, la adrenalina de no llegar a
tiempo, la pobreza de desayunar con 20 pesos y me volvió a doler la panza de
tanto reírme.
Conocí la
sonrisa perversa que me despertaría todos los domingos con una llamada para
contarme sus aventuras.
Conocí los
ojillos más mentirosos de todo el mundo.
Y también
conocí el amor… el amor propio.
El amor que
tuve que cultivar, que cultivo diariamente.
Aunque no
se note algunas veces. Aprendí la lección más bonita por un corazón roto.
Aprendí que
nadie puede amarte más de lo que tú te amas y que para tener la capacidad de
amar a alguien más de una manera sana debemos primeramente amarnos a nosotros
mismos.
También
ayudó que crecí mucho en esos años y que aún lo sigo haciendo, que maduré un
montón. Aunque le hable como bebé a mi hermana y diga shi shi shi.
Hay cosas
más importantes en la vida que comportarse como un adulto.
Se llaman
ser feliz.
Siempre
escuche que la felicidad es el viaje y no un destino y suena muy mamón, pero es
verdad.
No quiero
escucharme como Charlotte de Sex at the City, diciendo que ella es feliz todos
los días, pero así es.
Soy feliz
todos los días, no todo el día, cada día, pero si un momento.
Y encontré
toda la felicidad que pudiera conocer en mi misma, adentro. Las cosas de afuera
pueden ser las mismas, o el tiempo ser diferente o todo haber cambiado pero lo
que realmente cambio, lo que realmente evolucionó fui yo.
Me siguen
pasando cosas malas, raras, de esas que dices no te pases, en serio te pasó
esto… soy un chamoy en potencia, pero ya no lloro, ni me aflijo en las noches,
ya duermo bien, muy bien, ya me doy permiso de regarla y luego me rio de mis
babosadas, entendí la importancia de no tomarse tan personal todo, de reírme de
mi misma y de saborear las pequeñas cosas que te da la vida.
Aprendí a
escribir sobre otras cosas que no fueran amor. Y a que el amor, así como Dios,
así como las vibras buenas, así como el universo en sí, reside en ti. Porque tú
eres el sol.
Esto no es
una guía, ni mucho menos un montón de consejos, no es nada de eso, es solo que
si tú en este momento sientes que todo es un asco o que no puedes con algo, cálmate,
no entres en pánico, no hay mal que dure 100 años ni pendejo que lo aguante,
vas a salir, agarra la botella de vino, un poquito de valor y levántate, que la
vida no te encuentre sentado esperando un milagro, mueve tu maldito trasero de
ahí y empieza a vivirla, aunque no sea lo que tu querías, aunque no estuviera
en tus planes, recuerda que tú la construyes, todos los días. Que tu futuro está
literalmente en tus manos. Que todo lo que hagas hoy va a importar mañana y que
si te cansas hay que seguirle.
Si aún no
tienes ganas, si quieres seguir ahí, no te juzgo, llora un chingo, grita,
golpea un saco de box, enójate, miéntale la madre a quien te haya hecho daño,
miéntasela a la vida, al amor, a todo.
Límpiate la
cara y ahora ve a ganarle, a que las malas cosas te encuentren sonriendo,
agitado de subir las escaleras, despeinado de bailar y sobre todo, ansioso de
romperle la madre a todo lo que venga.
Porque tú
eres el sol y nada apaga a un sol.
Me hiciste llorar, sólo te puedo decir GRACIAS.
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