lunes, 18 de diciembre de 2023

Querer al que te quiere.

Últimamente tengo el leve presentimiento de que estoy a unos pocos pasos de leer la mente.

Caminábamos sobre una calle muy concurrida y él volteó hacia mi y sabía perfectamente que quería besarme. 

-Aquí no- Dije anticipándome a su intención. 

-Aquí no, ¿qué? 

-No me beso con la gente en público.

-¿Te da pena que te conozcan?es San Luis, nadie te conoce

Falso. San Luis en diciembre es Rioverde en domingos. 

-Nunca he sido una exhibicionista.

Falso. Si supiera de las cosas he hecho y lugares públicos que conozco demasiado bien en lugar de desalentarlo lo alentaría.

Seguimos caminado y nos encontramos un mercadito dominical. Entramos a buscar a mi amiga artesana y me compró un peine de madera y una crema de karité.

Mientras andábamos le conté que lamentaba presentarle una versión tan áspera de mi. Una que se pegaba la mano al cuerpo porque no quería que la tomara, una que no era detallista, le conté de la vieja yo, que era una persona menos rota y que la yo que él conocía desde hace muy poquito era una yo que no me era muy acorde a mi manera habitual de presentarme al mundo, está yo estaba asustadísima de gustarle. 

Él me veía con ojos de amor y yo solo pensaba en que me dolían los pies. <pinches botas> decía una y otra vez para calmar mi miedo de que se acercara más. 

Fuimos a comprar cosas navideñas y lo veía sostener todos los adornos que tomaba de los estantes, se acercó a darme un beso y no lo detuve.

<<Es lo que querías>> me recriminé mentalmente. 

Él fue por un carrito y yo me quede sola con mis pensamientos.

<<Eso querías… pero no con él>> 

Estaba jugando a gustarle e iba ganando. No sentía absolutamente nada. Ni pena, ni alegria, ni satisfacción. Sabía perfecto que le rompería el corazón y todo lo que me llenaba era la culpa. 

Él regreso con un carrito, acomodó las cosas y se colgó mi bolsa.

-Soy un hombre que resuelve- me dijo orgulloso. 

Durante todo el trayecto me puso dentro de la acera y jamás me dejó del lado de la calle, me cuido de todo y cuando estaba yo muy cansada nos sentamos en el rodete de un árbol.

Tomo mi pie y empezó a masajearlo.

<<Es lo que querías>> me volví a recriminar. 

Ese hombre pasó 8 horas de compras y no se quejó jamás, incluso cuando cambie el moño navideño seis veces. 

<<Es lo que querías>> continuaba recriminándome mentalmente. 

Comió pizza fría y se despidió con un abrazo. Sabía que quería besarme, pero no lo dejé.

No sentí nada. Me disculpe catorce veces por los inconvenientes, por la caminata, por mi indecisión de que moño escoger, por la gente, por la espera, por no poder pasar tiempo juntos, pero en realidad estaba disculpándome por no quererlo. 

Lo entendí ahí. De salida de San Luis mientras alzaba el dedo de enmedio al triangulo que formaba la parada de autobús. 

No podemos escoger a quien querer y esta vez, me toca ser la mala de la historia. 

A cada cosa que le decía pensaba mentalmente que estaba mintiendo. 

-Lo siento mucho, no estoy lista para una relación. 

Falso, quiero una relación pero no contigo.

-Me encanta pasar tiempo juntos. 

Falso, me siento obligada porque no puedo corresponder su cariño.

-Quisiera despertar contigo, espero verte pronto.

Falso, me gusta la amplitud de mi cama y si quisiera despertar con alguien no es con él.

-Siento que no he superado lo último que pasó. 

Eso si era cierto. A cada paso que daba quería decirle “A … le gustaba hacer eso” “A … le encantaba esa canción” “ … odiaría estar esperando 3 horas en Costco con tanta gente. El hace el súper los lunes” 

Quise cambiarle el nombre mil quinientas veces. 

La última se me salió un “Mi… vida, me pasas la caja esa”  

Que fácil sería esta vida si quisiéramos a quien nos quiere, y ahí está este pobre cristiano haciendo todo bien, porque no es lo que haga, es que simplemente no quería que lo hiciera él. 

domingo, 3 de diciembre de 2023

Kurz

Las personas dicen siempre que uses tu perfume favorito, saques la vajilla de la abuela en un día cualquiera y te pongas ese vestido azul que te encanta sin razón alguna, que no dejes las cosas especiales para fechas especiales ni por motivos especiales.

Existen tres cuadros de Star Wars que yo misma pinté, ahora viven guardados en mi clóset desde hace dos cumpleaños esperando que “las cosas estén bien” para ser entregados. 


Ayer los vi, los envolví en alguna papel que encontré en mi antigua casa y supe que no serían nunca colgados dónde quería que fueran colgados. Así terminan las cosas: ocultas y envueltas en un lugar que no deberían ocupar. 

 

Junto a esos cuadros había una carta. De esas a mano que no escribía más. Una hoja blanca de maquina escrita con mi mejor letra en tinta negra que  empezaba con un “Querido M…” y decía, entre otras muchas cosas, un “he logrado entender porqué  tratar de dejarte se ha vuelto casi imposible: es por la sencilla razón de que estoy usando el procedimiento inadecuado, muy protocolario, aplicando técnicas ancestrales para dejar de querer a alguien cuando en realidad lo que necesito es dejar de amarte”.


Ese “Te amo” implícito llevaba más de dos cumpleaños en el closet, creo que llevaba más que mi INE que antes fue IFE, y haciendo sumas y cuentas, llevaba más que cualquier prenda en ese closet. 


Catorce años, ni más ni menos.

 

Espere 14 años para volver a decirle a alguien que lo amaba. La carta terminaba con un “Te quiere Fer” como siempre han terminado mis cartas. 


Lo peor (o mejor) es que ni la entregué, ni lo dije, ni fue leído y morirá en ese closet otra vez. 

Si mis cálculos son correctos y la estadística no miente, tendré 44 años para el próximo “Te amo”. Espero que no se vuelva añejo y que aún polvozo y viejo como su portadora no sepa a vinagre, que no espere el momento adecuado para salir y me sorprenda en un beso a alguien que no se quede corto y que pueda contestar que él también.