jueves, 26 de diciembre de 2013

La cura al insomnio

Necesito perderme para poder encontrarme.

Así que si me buscas estaré aquí, bajo toneladas de pláticas con mis amigas, algunas botellas de tequila y vodka, con unos jeans rotos y unas calcetas calientitas, cantando canciones que me recuerdan a ti y oliendo perfumes que no son tuyos, aquí estaré, sola, con otras personas y sin esperarte.

Porque no hay nada que cuatro amigas y unos tequilas no puedan curar, incluso los médicos lo consideran un tratamiento alternativo para las penurias y yo, personalmente, lo encuentro como la cura absoluta a lo poco que puedas mover en mí.

Les diré lo que escuché en boca de una tercera y, que más que dolerme, me enojó. Gritaremos groserías y me ayudarán a odiarte un poquito más de lo que ahora mismo te odio, y vaya que esas mujeres saben cómo acrecentar el fuego de mi ira a extraños: te comeremos vivo y con esto pretendo sentirme mejor, no te preocupes, a tus amantes también les tocará un poco de la plática, es casi un hecho que no caminas solo en el rumbo del egocentrismo y la estupidez, siempre hay alguna déspota que te tranquilice las carnes cuando la conciencia te arda.

Hablaré de ti y dormiré tranquila, entre sueños entrelazados de dicha y plenitud, sin sentimientos atravesados en mi garganta ni pensamientos que ronde mi cabeza. Descansaré.

Y quiero que te largues al final de los tiempos y me veas sentada aquí, sin nadie pero no sola.


miércoles, 18 de diciembre de 2013

Para ti

Todo experimento comienza con una incógnita, en este, mi caso, comenzó con un ¿qué tanto le importo?

Entonces ya que tenía mi duda planteada decidí analizar la situación y escoger un procedimiento que pudiera resolver esta duda. ¿Cómo chingaos voy a hacer para saber si le importo?

Escogí un fenómeno que fuera controlable dentro de mis posibilidades y que lograra, obviamente, mi objetivo. Le voy a dejar de hablar , a ver cuánto tarda él en hablarme.

Ya que me lo planteé y tenía al sujeto de prueba, descarte que existiera algún factor externo que afectara el experimento y procure tener una relación “estable” con el sujeto de prueba y no hacerle saber del experimento para que la presión de ser evaluado no afectara los resultados. Ahora que estamos bien voy a dejar de hablarle sin motivo aparente alguno y no le diré que lo estoy checando.

Anote las condiciones iniciales y los avances durante el proceso del experimento. Chequé en que día en FB fue el último que él me hablo y me echaba una miradilla a los inbox de vez en cuando para ver si me hablaba.

Transcurrido el tiempo preestablecido analicé los resultados para poder llegar a una conclusión.
Esperé un mes a que él me hablara a ver cuándo se le daba su rechingada gana y nunca me habló, en UN MES!

Habiendo revisado los resultados formule una conclusión que englobara el propósito, el proceso y la confirmación o el desecho de mi teoría.
En conclusión, él es un pendejo y yo no debo hacer experimentos.

Fin del experimento.


miércoles, 11 de diciembre de 2013

Somos poetas de cajón.

Somos poetas de cajón.

De esos que se encierran es sus cuartos o que caminando se les vienen las ideas, somos poetas callejeros y mal educados.

Pero somos poetas, de las lecciones y a veces hasta hablamos de la vida, solo pocas veces, las otras nos la pasamos hablando de cosas que no entendemos, como el amor, o de cosas que nos agobian, como el amor y en su defecto hablamos de cosas que nos hacen felices, como el amor o cosas que nos entristecen, como el amor.

Pero no solamente hablamos de amor, si no seríamos amantes, no, también hablamos de las terribles consecuencias de escribir en las noches y perder las vista, o de la artritis por tanto escribir, algunos hasta se arriesgan y hablan de esos temas que solo ocasionan disturbios como la religión y la política.

Yo en mi caso, solo hablo de lo que se me pega la gana, claro está para no decepcionarme de lo que otros me digan, después de todo, la única que lee mis historias completas soy yo  y la única que sabe exactamente que significan soy yo.


Pero hay que escribir, así uno recuerda como pensaba antes y puede medir su progreso o retroceso, hay que escribirle a la vida y esperar que sea el destino quién los lea.