Necesito perderme para poder
encontrarme.
Así que si me buscas estaré aquí, bajo toneladas de pláticas con mis amigas, algunas botellas de tequila y vodka,
con unos jeans rotos y unas calcetas calientitas, cantando canciones que me
recuerdan a ti y oliendo perfumes que no son tuyos, aquí estaré, sola, con
otras personas y sin esperarte.
Porque no hay nada que cuatro
amigas y unos tequilas no puedan curar, incluso los médicos lo consideran un
tratamiento alternativo para las penurias y yo, personalmente, lo encuentro
como la cura absoluta a lo poco que puedas mover en mí.
Les diré lo que escuché en boca
de una tercera y, que más que dolerme, me enojó. Gritaremos groserías y me
ayudarán a odiarte un poquito más de lo que ahora mismo te odio, y vaya que
esas mujeres saben cómo acrecentar el fuego de mi ira a extraños: te comeremos
vivo y con esto pretendo sentirme mejor, no te preocupes, a tus amantes también
les tocará un poco de la plática, es casi un hecho que no caminas solo en el
rumbo del egocentrismo y la estupidez, siempre hay alguna déspota que te
tranquilice las carnes cuando la conciencia te arda.
Hablaré de ti y dormiré
tranquila, entre sueños entrelazados de dicha y plenitud, sin sentimientos
atravesados en mi garganta ni pensamientos que ronde mi cabeza. Descansaré.
Y quiero que te largues al final
de los tiempos y me veas sentada aquí, sin nadie pero no sola.