miércoles, 19 de noviembre de 2014

Sobre lo inesperado o como yo le digo "Puta Madre"

Sobre lo inesperado o como yo le digo "Puta Madre"


¿Te ha pasado?, ¿sabes? Cuando vas en una persecución en un carro rosa, vas rápido, muy rápido, tus sentidos están al borde, sensibles , alerta y de repente chocas con una moto que se termina estrellando contra un camión que reparte gas y te preparas para que explote (por que lógicamente si algo se estrella con un camión de gas y los tanques se empiezan a tirar y el gas a salir esperas eso) si sabes ¿no? Esperas una mega explosión, te cubres lo ojos, tu cuerpo se tensa rezas y esperas: NADA, no explota.
Sigues el camino y chocas otro auto (para este entonces te has dado cuenta que debiste tomar esas clases de manejo que tanto te sugirió tu madre) que se estrella contra una pipa de gasolina (¿que acaso solo transitaban cosas inflamables en esta carretera?), ahora sí, “ya valió” piensas, te pones en posición, te despides de este mundo y de tu vida como la conocías, crees morir y te preparas para eso. Pasan unos segundos de dulce y eterna angustia y no explota. Sintiéndote bendecida sigues tu camino cuando entonces rozas una bicicleta que se estampa con una camioneta que lleva gallinas, unas cajas con gallinas y ¡BOOM! Explota de una manera que se sale de contexto, así sin previo aviso, en tu cara y te marca, te cambia, te duele porque no lo esperabas, no lo esperabas porque se suponía que no pasaría así, pero pasa y te vuelves un pedazo de nada que salió volando, eres un daño colateral.

Así llegan las personas, en el peor momento, cuando estas con la guardia baja, cuando has mandado de vacaciones a la guardia (junto con tu conciencia ya que había paquete 2x1) y no lo esperas, y la riegas, feo, porque no estabas lista, porque no lo querías, porque lo dejaste pasar y mientras la culpa te muele despiertas después de la explosión y recuerdas que tienes que seguir, que la persecución no se ha acabado y tu aún sigues en el auto rosa y sigues, porque es lo que debes hacer, o lo que tienes que hacer. No importa. Lo haces.

domingo, 27 de julio de 2014

Del Origen de las Frases y Otros Demonios.

Del Origen de las Frases y Otros Demonios. 
Había estado buscando demasiadas frases en las películas mañaneras del domingo y cada frase amoldaba perfecto, lo cual solo podía indicar que no estaba siendo yo en ese momento.
La gente se pregunta (y con gente me refiero a mi madre, a los escasos, pero buenos amigos que tengo y a mi conciencia), el porqué de mi gusto por las películas con finales no felices , de mi sentido del humor un poco menos que tétrico y esa maldita maña de canciones tristes en el carro. He de confesar que los clichés me hartaron y luego me volvieron a gustar, que odie lo popular, luego lo viví, luego lo amé, luego lo odie y luego lo superé y lo que mucha gente considera lindo, para mi ha pasado a formar parte de lo chusco y aunque algunas de las frases matutinas parecía adecuadas no eran palabras de extraños las que mis ojos querían leer.¿ Apoco no saben más ricas las penas hechas en casa?.
Es poco convencional la manera en que conseguimos frases (y con frases me refiero a las pautas que nos guían durante lo que sentimos y disque vivimos), o dichos o cosas, bastantes veces no les prestamos atención o no estamos conscientes de que forman parte de nosotros, muchas otras veces nos marcan, nos hacen reír o pensar en casi voz alta:  “es tan cierto”.
Lo mas curioso es que siempre he creído que la verdad nos habla de muchas maneras , y a través de muchas personas y tiene , al igual que la mente, un poder extraordinario sobre nosotros, así que solo hace falta poner atención, apagar la tele, la música y escucharte a ti, un poquito, a tu mente y a tu corazón, y las frases,tuyas y las robadas, las de los amigos y los extraños, todas convergerán para que encuentres lo que buscas, incluso cuando no sabes que lo estabas buscando.

jueves, 26 de junio de 2014

Amor en Oferta

Amor en Oferta

Eran pasadas las 6:30 pm y José no había llegado, entendía que ella se retrasara pero mi ansiedad estaba llegando al límite y no tenía el coraje necesario para entrar sola a aquella tienda, además ella siempre ha conocido mis gustos y que apruebe lo que elijo me hacía sentir segura.

Tampoco iba a comprar un simple vestido, no, era el hombre con el que iba a pasar el resto de mi vida y tenía que escoger uno bueno acorde a mi presupuesto.

Cuando mi paciencia rosaba su límite, en la esquina de esas caras y no tan sabrosas nieves, se vislumbraba mi amiga atolondrada que casi se llevaba a un viejito entre sus pasos inseguros. Gracias a Dios siempre me recibía con una sonrisa y eso solía tranquilizar mis descontentos por sus retrasos. Saludó rápidamente y se disculpó, como siempre, por su tardanza. La encomienda estaba hecha. Hoy compraría a mi novio y tenía varios centavos ahorrados tras meses de sacrificios, no cafés, no nieves, no cenas, no lujosos restaurantes, no ropa nueva, no manicura y por supuesto no libros. Hasta ella había aportado un poco con sus ahorros para que pudiera comprarme lo mejor que se alcanzara.

La tienda no estaba demasiado lejos del punto de reunión, así que caminamos hacia ella sin intromisiones.
La entrada era parecida al Bar de moda en mi ciudad, muy moderna, con luces que te hacían pensar que no se ocultaba el sol nunca y tres bellos modelos de hombres exhibiéndose en el aparador, pero parecían un poco comunes y, aunque no hay que juzgar un libro por su portada, quería pagar por algo que me llamase la atención en todos los sentidos.

Así que entramos con el objetivo de encontrarme el amor. La señorita que nos intercepto era bastante amable, pero la pobre se veía algo cansada, con la demanda que había tenido la tienda de Distribución y Manejo de Hombres Perfectos, la entendía bien. Prontamente le indique lo que buscaba físicamente y nos llevó a la sección de morenitos.
Sólo un tonto diría que no existe racismo hoy en día, mis queridos modelos morenitos estaban hasta el fondo con un poco menos de elegancia que el 70 % de la tienda atiborrada de hombres blancos de precios exorbitantes que eran casi un delito.

En cuanto me encontré en la sección indicada empecé la búsqueda en el primer perchero; los prospectos estaban colgados en presentación mini para ahorrar espacio, pero lo que era realmente sorprendente era la variedad con la que contaba el establecimiento: morenitos altos, bajos, delgados, abogados, doctores, ingenieros, católicos, ateos, budistas, peruanos, mexicanos, cubanos, ingleses, españoles, serios, graciosos, futbolistas, flojonazos, cinéfilos, tenían absolutamente de todo, y aunque por desgracia no podías apilar características de unos en otros, hubo varios que me agradaron casi lo suficiente como para encenderlos.

Así me pasé, perdón, así nos pasamos un rato, recorriendo perchero por perchero toda la sección, hasta que finalmente José y yo coincidimos con un prospecto.

Alejandro. 1.83mts, 24 años, Ingeniero en metalurgia, colombiano, apasionado futbolista, apartidista, creyente en la vida, divertido y relajado.

Era tan prometedor que decidí pedirle a la dependienta que lo prendiera un momento. Su voz mató mis ganas de comprar hasta agua. Parecía estar hablando con mi hermano de 12 y la tarjeta que colgaba de su brazo jamás mencionó su marcada tendencia a ser un egocéntrico de mierda.
Lo apagué sin preguntar más.

Seguí rebuscando en los aparadores y prendiendo uno que otro hombre que se viera interesante o que tuviera alguna cualidad que me cautivara en su pequeña tarjeta. No llegó. Casi decepcionada, decidí que no era mi día para buscar y pensé en retirarnos por ahora, aunque José se veía muy emocionada con un niño que, no sé si lo hizo consiente o inconscientemente, era inmensamente parecido al que ella ya tenía y que, por supuesto, amaba con locura, pero eran tantas sus ganas de encontrarme el amor que pensó que tal vez nos funcionara igual a ambas.

No quise contradecirla así que lo prendí para ver que tal nos iba y aunque Rafael era un tipo interesante, agradable y sincero me parecía más como mi amigo que como mi entero amor.

Un poco fastidiada de aquella Odisea quise retirarme, pero simultaneo a mi pensamiento de huida, mis ojos se toparon con una mediana sonrisa coqueta que brillaba en la esquina del último aparador de la última sección del último piso. Era un modelo en descuento, con una etiqueta roja que marcaba sus condiciones internas. Le pregunte a la señorita que qué tenía de malo el tipo aquel, a lo que ella contestó que era un modelo pasado de moda, con defectos en las palmas de las manos y uno que otra cicatriz y que, al ya no ser popular, la tienda lo estaba rematando. Fueron flores a mis oídos. Lo quería, todo él, con las cicatrices de su brazos y las palmas maltratadas.
Viéndome tan balbuceantemente interesada, el espíritu comerciante que había en la dependienta revivió y encendió al hombre para una demostración.

Se llamaba Gabriel. 1.76mts,27 años, trabajaba como coordinador de una industria de ensamble y distribución de traviesas, manos ásperas, voz de enfisema pulmonar, cruelmente sarcástico, lector incesable de las penas así como brutalmente honesto y como plus una sonrisa malvada de medio lado que hacía marcar sus gestos.

Después de una charla de prueba miré el precio, podría haber costado millones y yo hubiera empeñado mis riñones para pagarlo pero costaba con pesos y centavos el presupuesto que tenía.

“Señorita lo quiero para llevar por favor”. La mujercilla algo sorprendida me advirtió que su garantía era solo de un año y que pasado eso no habría marcha atrás, y yo quería decirle que si no era 2x1 para llevarme otro por si este se me acababa, pero me mencionó que era único en existencia.


José seguía pensando en aquel robusto pecoso de la sala 3 hasta que la desperté de su trance con un “Es igualito al que tienes”, a lo cual reflexionó y terminó rompiendo en carcajadas. Tomé a mi Gabriel del gancho y salí de la tienda con la sonrisa más grande posible. Había encontrado el amor a mitad de precio en la esquina del último aparador de la última sección del último piso, con sonrisa malvada y me quedaba una vida para contarle como nos conocimos.

lunes, 17 de marzo de 2014

Juro que te amé.


Siempre he tenido muy claro porque te amé.

No soy tonta, lo sabes y lo sé; y tú no eras exactamente un adonis, lo sabes y lo sé; pero eras tan jodidamente bueno que, bueno, era imposible no quererte, te esforzabas tanto, y yo pensaba “Dios, no me merezco a este hombre”, luego entendí que ser bueno no significa ser valiente y yo necesitaba a alguien que lo fuera, que fuera tan valiente como para romperme el corazón estando consciente de ello y tú, amor, no eres de esos tipos.

A veces se necesita a alguien más fuerte que nosotros y en ocasiones necesitamos a alguien más débil para fortalecerlos, yo me había cansado de hacerte fuerte, yo quería que tú lo fueras por sí mismo, necesitaba alguien que me sostuvieras cuando me cayera y en ese momento sabía que caería y que tú me ayudarías a levantarme pero jamás evitarías que cayera. Te amé como nadie ha amado a alguien, te amé tanto que a pesar que ya no te ame aun te escribo, soy frágil en cuanto a los recuerdos se trata, te guardo en mi cajón y lo abro de vez en cuando sobre cuando necesito inspirarme.

Juro que te amé hasta volverme loca, y que ahora me vuelvo loca porque no te amo más. 

Te amé, y te dejé de amar, casi al mismo tiempo, pero lentamente. Juro que te amé y siempre lo juraré pero lo único de lo que no puedo estar segura es porque si ya no te amo y ya no te quiero, te sigo escribiendo, te saque de mi celular, de mi computadora, de mis manos y de mi boca, tu nombre no duele, pero procuro no pronunciarlo por si la alergia regresa, tu presencia no me abruma, pero tu ausencia me molesta. Me molestan todos los que están contigo y los que no están porque aún no te conocen. Juro que te amé y hoy frente a mi conciencia juro que ya no te extraño, pero si me lo quedo me corta, me cortas las alas, por miedo a que me caiga, pero querido, yo vuelo con mis propias alas mientras tu observas irme volando, extrañando la seguridad del suelo y él contigo, pero gozando que si me caigo por lo menos supe lo que fue volar, y sin ti.

Te amé tanto que te canté todas las canciones, unas largas y otras cortas pero todas hablaban de ti.

Yo escribo de la vida siendo vida y de nosotros siendo tontos, pero sobre todo juro que te amé.

martes, 4 de marzo de 2014

Sería una grosería amarte poco.

Sería una grosería amarte poco.

No se ama poco o mucho, solo se ama, sin peros ni porques, no se cuenta ni se mide, no. Porque cuando uno verdaderamente ama, solo lo hace y sin pensarlo, ahí está.

No se ama con intrigas ni con celos, se ama con confianza y honestidad, así se ama y no porque yo lo diga, es que así está escrito en las almas de nuestros amores.

Así sé que se ama porque así te amé y no creo que en este mundo o en otro cercano haya existido un amor más sincero y más abrumante que el mío hacia ti.

Así te amé, sin motivos ni consecuencias, ni celos ni integras, te amé con los ojos, con los pelos, te amé con las uñas y te amé con toda yo, que vienen siendo varios kilos de amor sincero y sin uno.

Te amé siempre y siempre te amé. Captando que el verbo esta en pasado y el amor no se termina, pero la gente si se gasta.


Te amé.