Allá en La Chingada.
Quien dijo
que el tiempo lo cura todo evidentemente nunca vivió en mi cabeza.
Se pasó muy
rápido el año ¿no?, van 365 días y sí,
los voy contando.
En realidad
quisiera decirte que no me has pasado por la cabeza pero pues yo no digo
mentiras.
De una u otra
forma te has paseado en mi mente todos los días, todos los putos días.
En
ocasiones poquito, aunque sea un
pensamiento que se me sale antes de dormir, pero en su mayoría son platicas
extensas cuando voy manejando sola o cuando por algún motivo hay demasiado
silencio en mi día, me he planteado la idea de que estoy loca y cuando salgo a
los jardines a pensar trato de esfumarte pero, deshacerse de algo que no esta
ahí es una tarea bastante titánica.
Además me
dejaste la ciudad impregnada de recuerdos, por desgracia para eso si tengo
buena memoria: cuando paso por la central o cuando voy en la calle Juárez, donde vivía
tu ex novia, también te recuerdo cuando voy al rancho, cuando paso por el
colibrí, cuando voy a Piel Canela, cuando veo mi perfume, cuando alguien dice
chistes muy malos y básicamente, cuando respiro. Hace poco me encontré a tu
mejor amigo y quise preguntarle por ti, pero la verdad no quería exponerme de
esa manera.
No he
podido dejar de pensarte ni un solo día. Literalmente.
¿Qué te fuiste
mucho a la chingada?, sí. ¿Que después de eso me volví a tirar a la perdición?
también.
¿Te
acuerdas de todos los tropiezos que te conté?
Pues
regresé a tropezar de nuevo, una y otra vez. Casi, casi les tomé lista y aunque
fueron “desgracias” me pude escapar tantito de mi masoquismo crónico.
No, no me
corté el cabello, ni cambie de perfume. No hice nada de eso de “cerrar ciclos”
¿Cuántas
veces crees que lo he hecho? Llevo años cerrando ese ciclo. Pero resulta que
justo cuando siento que mi vida cierra como un círculo perfecto metes tu
narizota en este show.
Perdí la
cuenta de las veces que he intentado deliberadamente sacarte de mí, di un
número al azar, 1000? 324567? Millones?
Son muchísimas,
cada vez que venias y me jodías un poquito yo quería sentirme diferente, quería
cambiar profundamente, pero al final por más que alterara el cauce, seguía
buscando caminos que me devolvieran a ser yo.
Le sigo
dando vueltas a ese día, a esa platica que teníamos pendiente desde hace como
mil quinientos años.
Y aun me
queda una duda que me jode en las noches y a veces no me deja dormir:
¿Por qué?
¿Para qué?
No tenías a
que venir, no tenías pretexto y yo siempre he sido uno muy malo para aparecerte
aquí. Pero aun así viniste, a decirme cosas que yo quería escuchar, a decirme exactamente
todo lo que llevaba muchísimos años esperando escuchar.
Que gran
hijo de puta eres.
Te debieron
dar un Óscar por esa actuación.
Aún
recuerdo tus ojillos negros viéndome y contestándome después de que te intentara
besar:
“No Fernanda, yo no
soy ni ****, ni *****, ni *****, yo SI te quiero”
Güey, me la
comí completita, en verdad, te creí bien pendejamente. Hasta pensé “en verdad no me merezco con tipo tan bueno
como él” “es un hombre tan decente, tan bueno, tan trabajador, me conoce tan
bien”
Le di un
significado cósmico, porque exactamente el 14 de mayo había empezado mi
desmadre emocional y tú llegas un día antes de cerrar ese año culero que me
hizo sentir tan culpable y yo pensaba:
“Por eso me pasó todo lo malo, tenía que
aprender para darme cuenta que de la única persona de quién he estado enamorada es de él”
Seamos
justos, debo agradecerte porque ahí se fue la última gota de confianza en la
humanidad. Y aun le sigo dando vueltas… ¿Cómo para qué?
Fue mucha
la saña ¿no? Venir nada más a darme en la madre e irte así como así, en verdad
debes odiarme un montón para tomarte el tiempo para lastimarme.
En verdad,
ni yo iría a verte para hacerte daño, no tengo tiempo, ni ganas, ni dinero.
Así que me
he puesto a fantasear con que regresas, con que te hago mucho daño, aunque sea
físico, porque dudo algún día herirte como tú bien sabes.
Espero que
te pares algún día en mi puerta y verte la cara, salir con un bate, con algo
que duela, que no se rompa fácil, algo que pueda lastimarte.
Qué bonito.
O, también
he pensado con atropellarte, en verdad y darle de reversa por si aún te mueves
poquito. Así que te invito a que vengas. Cuando gustes, ni modo que no sepas
donde encontrarme. Soy fácil de hallar.
Para
terminar, no te deseo el mal. No uno que venga de mí, yo no iría nunca a
joderte, me quiero mucho como para caer en venganzas baratas. Yo, mi amor, soy
omnipresente y solo te deseo justo y precisamente, todo lo que me has dado.
Espero francamente que te despiertes
en las noches pensando en mí, que te muela la culpa, que cada vez que estés
solo se te aparezca mi recuerdo, sentada a tu lado, preguntándote a “¿A dónde
vamos?” , espero que a quien tu más quieras no te quiera jamás, que te use y te
deje aventado (otra vez), que de la nada no te hable, te deje con el viaje ese
que planeaste en la puerta de la casa con maleta en mano, que te enteres por FB
que anda con alguien más, porque nunca tuvo el valor de decírtelo, que todo lo
bonito que me has dado se te multiplique y que por favor, por favor, te quedes
allá, en la chingada.
Porque si vuelves, puede ser que ya no regreses.
Te quiere
Fer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario