Agárrate, que te me voy.
Te juro que es la última, la última vez que te espero, que reviso incesantemente el celular a ver si ya respondiste, te juro que es la última vez que espero que me llames , que salga de ti un “porqué”, un motivo suficiente para perdonarte por cosas que nunca sabrás.
Te juro que no he llorado, que como dice Brashaw “hay cierta cantidad de lágrimas por hombre y yo ya las rebasé”.
Te juro que no quiero arrastrarte a este lugar gris y cenizo en el que vivo, te juro que no volverán a salir de mi un “te necesito” disfrazado de “te extraño”, que si algún día siento debilidad me amarraré las manos, los labios, la cabeza. Me asfixiaré en cosas que no tengan tu escencia y ahogaré mis palabras en algún vino barato. Te juro que fue la ultima vez que salí corriendo hacia ti para toparme con pared.
Que no pasaré nuevamente a este lugar, que me vacía completa cuando llego a él y que me recuerda en cada esquina algo que falló. Te juro que pondré tierra de por medio, que Vienna me espera, o el infierno, lo que esté más cerca.
Te juro que ya no voy a escribirte en las noches ni platicaré sola con tu recuerdo, te juro que no te desearé ningún mal, es más, espero con el corazón que la vida te lleve tan lejos que nunca nos volvamos a topar, que jamás te deje esa falsa plenitud para que no vuelvas a aquí, a mi casa, a mi pueblo, a mi hogar.
Te juro que estaré bien, que estoy bien, que he estado bien, ni ganas de mentirte tengo para decirte que te arrastraré en mis maletas, que me llevaré un pedazo de ti a dónde vaya. Te juro que ya no queda nada de ti en mi, que la que se fue contigo ya debe estar bien muerta como las plantas esas que no riegas. Te juro que no voy a regresar, ni aunque la vida me lleve a gatas a ti, ni aunque todo se pudra. Te juro, mi amor, que te he dejado de querer, por fin, al fin. Y eso es lo peor que le he dicho a alguien, que le he hecho a alguien... dejar de quererte. Y agárrate que te me voy.
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