martes, 7 de enero de 2020

Sin renta 6/31



Sin renta 


Dije su nombre bajito, como cuando susurras sin intención de que nadie te escuche, sentí como el peso de mis hombros iban bajándome los brazos y como acunaba mis manos en mi pecho expuesto, lo tomé con ambas manos, aún escurría y un hilo rojo teñía el suelo de amor. Lo miré a los ojos, se lo extendí hasta sus manos titubeantes y le dije:

¾     Ten, es tuyo
¾     Pero no puedo dejarte así, te morirás.
¾     Me crecerá otro, no te preocupes.

Y puse mi corazón en sus manos, de todos modos en mi pecho no pagaba renta, de todos modos, siempre había sido de él. Pero no podía seguir ahí. Cuidaría la maceta, pero iba siendo tiempo que sembrara entre mis pulmones  algo menos nocivo que falsas esperanzas de un futuro que no iba a existir.

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