Tinderella.
No, no quiero encontrar el amor, no, en ninguna
de sus versiones, créanme que llevo un tiempecillo buscándolo.
Que poca eficiente búsqueda, muchos
recursos, resultados que han dado bastante que desear.
Variedad no faltó, eso sí, desde los métodos
tradicionales dónde me han presentado a todos los primos, amigos, hermanos y
conocidos disponibles. Así como el Tinder,
el Facebook parejas y las mamás de mis amigas, las mamás de los esposos de mis
amigas, mis primas, los hermanos de los esposos de mis amigas, los amigos de mi
hermana, los amigos de mis amigos, los alumnos esos que te invitan a salir,
todas las variantes posibles, lo juro, he pasado por todo.
He aquí un recuentillo para que se den una idea.
Ya pase por la cosa tóxica, donde lo más
tóxico es permitirte estar ahí, esa que te lleva a terapia para poder entender cómo
es posible que estuvieras involucrada con un mitómano manipulador infiel, ya pasé por la fractura total que me hizo
decir “no puedo con esto”, ya pasé
por ese bato cursi que quería que compráramos un perro y que nuestros hijos se apellidaran justo
como él.
También hubo locos, claro que tuve locos,
los batos que te aman un día y te odian otro, los que te borran de Facebook y a
los que borras tú, otros que te dicen que ya superaron a su ex y terminan
regresando con ella (de estos fueron varios, muchos de hecho), el tipo que era
bien cabrón pero “ya cambió”, el güey que no sabe qué hacer con su vida, el que
quiere meterte cosas por lugares donde ustedes nunca quieren que les metan
cosas, el que vive a 5000km, el que está en EU y vendrá para navidad, el que
quiere hacerte 3 hijos, el que es raro, muy muy muy pinche raro, el que le
gustan las gordas, el que te quiere llevar al gym, el coach del gimnasio, uff
si les contara las de los monos mamados que les gustan las gorditas y hasta te
quedas con cara de “WTF!, amigo agárrate una señora bien buenota”.
Le varié de todo, desde altos, flacos,
hasta chaparritos, güeros, morenos, gorditos, barbones, ingenieros,
desempleados, maestros, pasé por los de
20’s, los de mi edad y los 30´s, un despistado de dicecitantos… también pasé por el que corta y regresa con su
novia cada tercer día y cree que eso no es poner el cuerno, el que dice que te
quiere muchísimo, que siempre le has gustado y tiene una foto de perfil con su
novia de hace mil quinientos años, con el que le gusta pelear y que por todo
quiere discernir, que si votaste por el Bronco o si las plantas piensan, pase
por los padres solteros, varios, el que tiene problemas con la mamá de su
hijo/a, por el que dice que quiere algo serio, el que es DJ, el que solo ve a
la bendición el fin de semana y el que tiene mucho sin verlo.
Solo Dios sabe cuántas cosas y personas he
conocido en estos años.
Creo que gran parte de esto fue para decir
que lo intenté, que en verdad, en verdad lo intenté, pero para serles bien
honesta, siempre supe que no iba a funcionar, la mitad fueron cosas que hice
cuando estaba aburrida, otros tantos fueron para dejar de pensar en alguien a
quien si quería, otros fueron porque sí, porque me sentía sola, porque estaba
cansada de ir a las fiestas sola, a las bodas sola, a ser el mal tercio, no
tener con quien bailar en las fiestas, no tener con quien ir al cine, a quien
hablarle cuando se te descompone le coche, quien maneje cuando tengo flojera,
quien me haga piojito cuando estoy bien cansada. Yo sabía que no iban a
funcionar porque principalmente no los quería, ni ellos a mí. Incluso llegué a
forzar algunas cosas porque yo a huevo quería que funcionaran cuando era más
que obvio que no iban pa’ ninguna parte.
En fin, siento que al final regreso a mi
casa después de una mala cita. Siento que me quito el brasier, los zapatos y me
pongo mi pijama, siento que ya puedo ver “friends” sin preocuparme en contestarle
los mensajes vacíos a alguien que quiere saber cuál es mi color favorito, o si
creo que existe vida en Marte.
Se siente bien quitarse el
brasier (metafórica y literalmente), se siente bien dejar de buscar algo que en
realidad te debería encontrar a ti.
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