Escuadra
No puedo
dormir.
Trato de
pensar en algo relajante pero estoy fastidiada. Tengo un catálogo de pensamientos
nocturnos para sentirme más cómoda y segura, los repaso mentalmente pero ninguno me llena. Todos me aburren. Estoy fastidiada.
La pantalla
de mi celular se enciende y sé que será un mediocre mensaje de buenas noches,
alguien que me pondrá “jaja” porque no sabe que más decirme. Estoy muy
fastidiada de fingir atención. Me resigno y busco el último recurso que me
ayude a dormir.
Volteo la
cara y sé que esta ahí, en el lado izquierdo de mi cama y no quiero abrir los
ojos porque tengo miedo que de verdad un día que me aparezca, me giro, pero
siento su brazo en donde debería estar mi cintura. Siento la presión de su peso
y lo cálido de su tacto.
Pienso >>No este pensamiento nocturno por
favor<<
Es inútil,
puedo sentir incluso el calor que irradia y sé que no se irá de ahí,
principalmente porque no quiero que te vayas. Me giro a su cara y me acomodo su brazo bajo mi nuca, mi cabeza cabe perfectamente entre su cuello y su pecho y
huele a él.
Sé que esta
alucinación se me apareció a medio día. Cuando iba al banco y pasé por un local
donde alguien usaba superfume.
Puedes
engañar a la vista, al tacto, al gusto, pero la nariz tiene memoria propia y
jamás le puedes mentir.
Ese mismo
olor apareció en mi cama en la noche de desvelo.
Estaba ahí
y me acomodé a su costado. Quizo decir algo, pero solo le pedí que se callara porque lo íbamos a arruinar.
Pude sentir que mis latidos bajaban, que no hacía frío y que no podía tener
mejor almohada. Besé su pecho y cerré los ojos.
Pude
imaginar cómo me desvanecía de mi cama y me perdía.
Siento un miedo profundo a implosionar por este amor desafortunado y volverme un
papel ardiendo, convertirme en cenizas y volar por los cielos hasta
encontrarte, materializarme en una ráfaga de viento y rozar la escuadra que
forma tu cuello y tu clavícula y quedarme a vivir ahí, para siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario