domingo, 17 de septiembre de 2023

El ruido de tus zapatos.

"Y ya ven a mis brazos, que estaré contento cuando escuche el ruido, que harán tus zapatos"
La Arrolladora Banda El Limón, 2013.


Me he tenido que explicar muchas cosas al despertar del día de hoy; como, por ejemplo: ¿qué hacía dormida abrazándome a mi misma, con la mano bajo la cara y la otra sosteniéndome por la cintura?

Juro por Diosito santo que pude sentir como estaba ahí, respirándome en la oreja, oí sus ronquidos y sentí lo áspero de sus eternas calcetas inseparables de los pies que le da pena mostrar, sentí el calor del aire que exhala sobre mi cuello y como apoyaba su nariz en lo alto de mi espalda, sentí como me sujetaba de todos lados y al intentar moverme me sostenía más cerca de él.  Escuche un “buenos días”, la presión de la cama moviéndose al levantarse, su sonido al caminar, no quise moverme ni abrir los ojos, tal vez eso lo ahuyentaría, tal vez, si seguía inmóvil en mi lado de la cama, él se movería sin despertarme de mi ensueño.

Se sentó para ponerse los zapatos, ese sonido de matraca para ajustarlos, se oían sus pisadas firmes pero ligeras y aunque no lo estaba viendo sabía perfecto que traería puesto un pantalón de mezclilla, una playera negra que dijera Ecoa-sabe qué y un cinturón que se apretaba demás, fajado como niño de kínder.

Se paró al lado de la cama, se acercó y me dio un beso.

Ahí abrí los ojos.

Lo que seguía no quería escucharlo, se volvía no solo un sueño si no una ilusión que estaba desechando. El diría algo que nunca pudo decir de frente y yo escucharía algo que sabía que no era cierto.

Iba a decir te quiero, que mamada.

No tenía permitido mentalmente caer tan bajo en mis propias alucinaciones, no me daba chance de flaquear emocionalmente, podía extrañarlo, podía entrar en crisis a las 3 am y volverme un poco loca, tenía permiso de mentarle la madre a La Florida cada que pasaba por ese triangulito al entrar a SLP, podía incluso dejar una que otra canción que significara algo, pero no podía en ningún caso, bajo ninguna circunstancia, imaginar que me quería. Eso sería lo más bajo de lo bajo. Después de la oda que había hecho en año y cacho demostrando en cada paso y en cada acción exactamente lo contrario a querer. Me prohibí ser la señora golpeada que saca al marido de la cárcel porque tal vez se merecía esos putazos. No podía desbloquearlo, mi Fernanda del pasado borro cada foto, cada conversación, cada cosa que pudiera contener información de él de manera que si un día me daba ansiedad no me quedara otra que controlarla. Que si un día me lo encontraba no iba a ser porque yo lo anduviera buscando.



lunes, 4 de septiembre de 2023

Morir de frío.

Ayer fue el primer domingo que no deseé que estuvieras aquí. Me tomó algo así como cuatro y medio meses poder sentir eso. 

No haces falta en mi mente los días siete y poco a poco se me ha desvanecido el deseo de recostarme en tu pecho y sentir tu olor enrredándome las piernas y besándome la frente. 

Ayer fue diferente. Aunque mi cama y yo tuvimos una aventura dominical nada me recordó a ti. 


Ya no dueles tanto. Solo a veces, solo poco. Ya no dejo que la tristeza me soborne y me ponga a buscarte en cualquier lado que sé que no te encontraré y mi yo cuerda ha deshecho cualquier rastro de que estuviste aquí. De que fuiste tan real como el aire que respiro.


No tengo fotos de tu rostro ni marcas en mi cuerpo que algún día estuve sumergida en la idea de que fueras el bueno. 

El que si valía la pena. 


He hecho una lista de difusión en WA para decirles “buenos días” a el empujón de autoestima que me dan los tipos que siempre me dicen guapa, así en lugar de darme tristeza me da risa. No escucho canciones de amor ni le digo te quiero a nadie. 

Porque no los quiero. Siento que ya no quiero querer a nadie. 


No tengo espacio en mi mente, en mi alma ni en mi ser para ningún marino errante que se disfrace de oveja para descansar en mis montañas. Cerré el centro de rehabilitación de pendejos y he descolgado la escalera blanca que adornaba mi puerta. 


Estoy llena de cicatrices por todos lados. Unas las podrías sentir sobre mi piel y hay otras tan profundas que ni con laparoscopia podías ubicarlas, nacen en mi pecho y se ocultan detrás de mi corazón. Soy un cúmulo de errores que me han prohibo abrir la puerta, sin importar si tocan o si hay alguien afuera intentando derribarla. 


Me guarde mis te quieros, mis te amos y mis te extraños para la siguiente vida, donde alguien tenga algún viejo derecho a merecerlo. 


Por lo pronto solo hay velas pequeñas que no me molesto en pagar y no me calientan pero evitan que muera de frío.