La única cosa que te he escrito.
Espero entiendas mi sarcasmo.
Lamento lo de anoche, yo sé que estuvo mal, que
debo de dejar tomar como albañil con mis
amigotes en fiestas ajenas. Sé que la regué en llamarte a las 3 am, pero siendo
sinceros ¿no te sorprende que después de tantos años sea la primera vez que te
marco?
Lo siento, un montón, no debí reclamarte nada,
porque bueno ¿quién soy yo para hacerlo?. No debí stalkearte enfermizamente (la
verdad no lo hice, solo vi las primeras dos publicaciones y después me salí porque
ya estaba súper encabronada), te lo advertí, que ser amigos no es una buena
idea, pero te gusta andar jugándole al valiente. Sé que siempre lo complico
todo, sé bien que tú te fuiste súper feliz y tranquilo y esperabas que yo
hiciera lo mismo.
¿Cuándo en tu vida me has visto tomar las cosas
con calma?
Lo que más lamento de la llamada es que no la
recuerdo. En verdad me enoja conmigo misma. Debí haberte hablado, sobria.
Recuerdo que te pregunté porque habías regresado y no recuerdo que contestaste,
luego que te dije algo de que nos la pasábamos bien y luego nada. En blanco.
Me apena más que en este punto, si yo fuera tú,
hace mil años que me hubiera mandado a la chingada y si lo haces, bueno, no
sería en realidad una sorpresa. Sé que soy una vieja loca, celosa, posesiva,
enferma mental e inestable emocional, pero también sabes que te adoro con el corazón,
que cuando me veo en tus ojillos es todo lo que quiero ver y que tu mano y la
lija que tengo por mano quedan bien juntas y que jamás creeré que seas un
error.
Me pesa demasiado que no digas nada y estoy muy
cansada de sacarte las palabras con unas pinzas de presión, si te quieres
quedar callado, no sería algo que no espere.
Debí dejarlo en un recuerdo bonito, pero me
encanta estar chingando.
Lo siento.
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