No se sí escribo esto porque
llevamos quince días con temperaturas arriba de 40°, porque es mayo, porque he
visto SATC, o porque estoy en estado de celibato
físico y emocional.
Creo que es una combinación de
todos. De todo.
Hoy le haremos honor al título
y hablaremos de sexo... en la ciudad.
No, definitivamente no era una
buena idea ver Sex at the City, otra vez, por milésima vez.
Nunca fui una Carrie, corriendo
en tacones por toda la ciudad, buscando el hombre correcto en cada uno de los
tipos con los que salí, pero bueno, compartimos el trabajo: ambas escribimos,
de amor, o de lo que sea que se supone que esto se trate.
Nunca fui Miranda, ni abogada, ni
exitosa y definidamente lo mío no son los bar-tenders, pero estoy segura que si
lucho continuamente en un mundo laboral de hombres.
Jamás me ha pasado por la cabeza
ser Charlotte, era mi menos favorita, aunque debo admirar su manera de, a pesar
de las formas de pensar de sus amigas, siempre serle fiel a sus deseos y
convicciones. Eso tenemos en común.
Siempre quise ser Samantha,
admitámoslo, es el personaje más divertido, desinhibido y trascendental de la
serie, y al igual que ella "No seré juzgada por ti o por la sociedad"
y me hincaré hasta que mi rodilla me lo permita.
Pero, en fin, SATC me trae
recuerdos, propios y ajenos acompañados de pensamientos nocturnos y ganas de
llegar a las 5am a mi casa.
De hecho tuve un dilema moral
cuando Carrie le es infiel a Aidan con Big.
No la juzgo, era Mr. Big y la
cosa que había entre ellos yo la he sentido. Una vez. Solo una.
¿Bromean? ¿Un tipo alto, banquero
de NY, emocionalmente distante y que en retórica sonaba bien, pero en la
práctica era un faul total?
Yo salí con ese tipo. A
veces en mi cabeza seguía ahí. Evitándome en su vida y casándose con una tipa
que conoció en París, sencilla y sin complicaciones, no como yo, una pueblerina
de sarcasmo puro, noches largas y ronquidos fuertes.
Mi Big y el Big de Carrie tenían
algunas cosas en común: ambos altos y narcisistas, no disponibles y volubles,
miedo inherente al compromiso (conmigo/Carrie) pero muy abiertos al
"amor" plano y beige de alguna mujer vainilla.
También compartíamos el maldito
deseo insaciable de estar con él, físicamente con él.
Ya sé que este no es un blog de
sexo. Y cualquier cosa que he escrito al respecto siempre trata de tener una
parte algo artística.
-Traumas de la niñez ✅
-Aventuras sexuales ❌
Solo Dios sabe la cantidad
grosera de flash backs en momentos inoportunos que me han llegado. No dejaba de pensar en Big,
específicamente en el sexo con Big.
Su boca en mi cuello, sus manos
atrapando mis senos, su cara en mi pecho, su lengua en mi… ¿corazón?
No quiero ser tan explícita, pero
¿Dormir sintiendo las manos, sus manos grandes y fuertes encajadas en mi cadera? ¿El calor que irradia su cercanía, su brazo bajo mi cuello y sus
piernas aprisionando las mías? ¿No sentir nada más que su persona, obligándome
a pegarme a él, tocándome como si a eso se dedicara profesionalmente, sus
labios en mi oreja mientras me hacían venir, 1,2,3… 29 veces?
Puede parecer exageración, pero
esa madre no se puede fingir y no estoy hablando de orgasmos.
Uff ese glorioso primer empujón,
OMG. ¿Saben a lo que me refiero? ¿Han tenido a alguien con quien no pueden
terminar una conversación en persona porque sienten una atracción tan grande
que los empuja a besarlo, a olerlo, a tocarlo?
La mitad de mi reino por estar
sobre él y con él dentro, con mis manos apoyadas en su pecho y mi cadera
jugando con su orgasmo. Su cara, su cara que se difuminaba entre mi cabello, la
forma en que mordía su labio, sus gestos de placer, la forma de apretar mis
muslos con sus dedos, como tocaba mi espalda, como besaba mi espalda hasta
perderse en mis… nalgas (no hay equivalente religioso para esta frase).
No soy yo, no estoy alucinando,
ojalá fuera mi imaginación, pero son recuerdos que me llegan cuando debería
estar poniendo atención a la clase, a mis clases. El solo pensarlo me hace
tener ganas de no odiarlo tanto, de topármelo y dibujarlo (cogérmelo se escucha
muy vulgar) ahí mismo, porque sí, porque que rico, porque García Márquez me
advirtió que tenemos los polvos contados, porque un día nos hemos de morir y me
parece casi pecado dejar pasar la oportunidad de volver a sentirse así. ¿han
sentido esa necesidad de estar con alguien de esa forma? Que culmine todo
explotando juntos otra vez mientras lo abrazas con las piernas. Finalizar
dormida en su pecho y la cabeza bajo la barbilla,
respirando lento.
Sí pudiera tener la habilidad de
borrar eso de mi cabeza ¿Lo haría? Creo que no.
Es como recordar a que sabe un
postre que ya no te espera en el Four Seasons, un postre que no tocará tu
puerta, porque sí lo hace, si la toca, le abrirás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario