lunes, 27 de mayo de 2024

Sex at the SLP

No se sí escribo esto porque llevamos quince días con temperaturas arriba de 40°, porque es mayo, porque he visto SATC, o porque estoy en estado de celibato físico y emocional.

Creo que es una combinación de todos. De todo.

Hoy le haremos honor al título y hablaremos de sexo... en la ciudad. 

No, definitivamente no era una buena idea ver Sex at the City, otra vez, por milésima vez. 

Nunca fui una Carrie, corriendo en tacones por toda la ciudad, buscando el hombre correcto en cada uno de los tipos con los que salí, pero bueno, compartimos el trabajo: ambas escribimos, de amor, o de lo que sea que se supone que esto se trate. 

Nunca fui Miranda, ni abogada, ni exitosa y definidamente lo mío no son los bar-tenders, pero estoy segura que si lucho continuamente en un mundo laboral de hombres. 

Jamás me ha pasado por la cabeza ser Charlotte, era mi menos favorita, aunque debo admirar su manera de, a pesar de las formas de pensar de sus amigas, siempre serle fiel a sus deseos y convicciones. Eso tenemos en común.

Siempre quise ser Samantha, admitámoslo, es el personaje más divertido, desinhibido y trascendental de la serie, y al igual que ella "No seré juzgada por ti o por la sociedad" y me hincaré hasta que mi rodilla me lo permita. 

Pero, en fin, SATC me trae recuerdos, propios y ajenos acompañados de pensamientos nocturnos y ganas de llegar a las 5am a mi casa. 

De hecho tuve un dilema moral cuando Carrie le es infiel a Aidan con Big. 

No la juzgo, era Mr. Big y la cosa que había entre ellos yo la he sentido. Una vez. Solo una.  

¿Bromean? ¿Un tipo alto, banquero de NY, emocionalmente distante y que en retórica sonaba bien, pero en la práctica era un faul total?

 Yo salí con ese tipo. A veces en mi cabeza seguía ahí. Evitándome en su vida y casándose con una tipa que conoció en París, sencilla y sin complicaciones, no como yo, una pueblerina de sarcasmo puro, noches largas y ronquidos fuertes. 

Mi Big y el Big de Carrie tenían algunas cosas en común: ambos altos y narcisistas, no disponibles y volubles, miedo inherente al compromiso (conmigo/Carrie) pero muy abiertos al "amor" plano y beige de alguna mujer vainilla.

También compartíamos el maldito deseo insaciable de estar con él, físicamente con él.

Ya sé que este no es un blog de sexo. Y cualquier cosa que he escrito al respecto siempre trata de tener una parte algo artística.  

-Traumas de la niñez

-Aventuras sexuales

Solo Dios sabe la cantidad grosera de flash backs en momentos inoportunos que me han llegado. No dejaba de pensar en Big, específicamente en el sexo con Big. 

Su boca en mi cuello, sus manos atrapando mis senos, su cara en mi pecho, su lengua en mi… ¿corazón? 

No quiero ser tan explícita, pero ¿Dormir sintiendo las manos, sus manos grandes y fuertes encajadas en mi cadera? ¿El calor que irradia su cercanía, su brazo bajo mi cuello y sus piernas aprisionando las mías? ¿No sentir nada más que su persona, obligándome a pegarme a él, tocándome como si a eso se dedicara profesionalmente, sus labios en mi oreja mientras me hacían venir, 1,2,3… 29 veces? 

Puede parecer exageración, pero esa madre no se puede fingir y no estoy hablando de orgasmos. 

Uff ese glorioso primer empujón, OMG. ¿Saben a lo que me refiero? ¿Han tenido a alguien con quien no pueden terminar una conversación en persona porque sienten una atracción tan grande que los empuja a besarlo, a olerlo, a tocarlo? 

La mitad de mi reino por estar sobre él y con él dentro, con mis manos apoyadas en su pecho y mi cadera jugando con su orgasmo. Su cara, su cara que se difuminaba entre mi cabello, la forma en que mordía su labio, sus gestos de placer, la forma de apretar mis muslos con sus dedos, como tocaba mi espalda, como besaba mi espalda hasta perderse en mis… nalgas (no hay equivalente religioso para esta frase).

No soy yo, no estoy alucinando, ojalá fuera mi imaginación, pero son recuerdos que me llegan cuando debería estar poniendo atención a la clase, a mis clases. El solo pensarlo me hace tener ganas de no odiarlo tanto, de topármelo y dibujarlo (cogérmelo se escucha muy vulgar) ahí mismo, porque sí, porque que rico, porque García Márquez me advirtió que tenemos los polvos contados, porque un día nos hemos de morir y me parece casi pecado dejar pasar la oportunidad de volver a sentirse así. ¿han sentido esa necesidad de estar con alguien de esa forma? Que culmine todo explotando juntos otra vez mientras lo abrazas con las piernas. Finalizar dormida en su pecho y la cabeza bajo la barbilla, respirando lento.  

Sí pudiera tener la habilidad de borrar eso de mi cabeza ¿Lo haría? Creo que no. 

Es como recordar a que sabe un postre que ya no te espera en el Four Seasons, un postre que no tocará tu puerta, porque sí lo hace, si la toca, le abrirás.


No hay comentarios:

Publicar un comentario