¾ Ya no lo quieres.
Me lo dijo
y yo no supe que contestar. No me había dado cuenta que él tenía razón, ya no
lo quería. Sí por algo salía al tema ya no lo decía con odio. No me lo
encontraba en todos lados y cuando me preguntaban por él no me explotaba la
bilis.
Había
dejado de imaginármelo en las noches o de revisar su última conexión, no tenía
ganas de llamarle y tampoco de encontrármelo por casualidad. Solo estaban esas
costumbres que me dejó el ser precavida. El revisar si estaba su auto cuando
iba a entrar al cine, el no voltear a ver si estaba abierta la puerta de su
casa, el revisar los vidrios de autos iguales, el sordearme al ver a alguien
con su complexión acercándose.
Pero ya no
lo quería. No platicaba con él por las noches y ya no quería escaparme en las
madrugadas a sentarnos a hablar de nada. No me apetecía ir a esos lugares de
agua dónde le enseñaba las constelaciones y él fingía poner atención.
Ya no
quería correr a abrazarlo cuando todo va mal y hoy que estaba escribiendo esto
no pude recordar su número de teléfono. Y ya van 4 meses y creo que irán
6,10,12. Y poco a poco las mañas también se irán con él. Y un día en la mañana
no querré despertar en su brazo dormido, ni acariciarle la barba mientras le
veo las pestañas. Y todo por lo que pasé habrá valido la pena, porque lo que se
va de mí, ya no regresa.
¾ ¿Por qué lo dices?
¾ Porque ya no hablas de él con amor.
¾ Es que ya ni lo odio.
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