martes, 30 de julio de 2013

Historia del Puma

Aquí les dejo la historia de una amiga, algo inconclusa pero espero que evolucione en los siguientes capítulos. 

El maldito sol entraba en mi ventana y ¡pff!, era de día otra vez. Tenía esa sensación horrible de haber cometido un terrible error la noche anterior, y ciertamente lo había cometido, una vez más, con él.
Su nombre me parecía difuso ya que pocas veces lo llamaba así, pero su apodo me sonaba tan familiar, tan mío, tan nuestro. Rodrigo Almazán, pero para mí él era solo Puma.

Puma se había convertido en más que un acostón de una sola noche, bueno, de muchísimas noches, él era mi amigo fugitivo, mi secreto obscuro, mi pecado y mi penitencia.
Nos conocíamos de toda la vida y siempre me pareció un tipo encantador, su sonrisa pícara era conocida en el pueblo  por bajar estrellas y subir faldas, no era un santo pero en esos entonces su vida me parecía igual de importante que un comino.

Todo empezó hace tanto que ya ni siquiera recuerdo bien. Nos gustábamos de hace mucho y siendo amigos de un par de amigos, nuestros sentimientos eran trasmitidos por terceros. 
Pero una noche, la primera noche, nos miramos y supimos lo que pensaba el otro. Nos besamos por primera vez en esa vieja Ford blanca mientras nuestros amigos hacían sus cosas, pero más que un beso tierno, en él se desataron todas esas ganas reprimidas de conocer más a fondo al otro. Pero yo no era de esas que se dejaba llevar por la pasión absurda y tonta, el Puma no era el primero, pero involucrarse con él era cosa de pensarse. Aquella noche paré lo que pudo haber llegado a las últimas consecuencias. <Sólo fue un beso> me decía constantemente, pero yo sabía que no iba terminar ahí, él no dejaría pasar la oportunidad de hacerme suya y conociendo su fama en la ciudad, yo sucumbiría ante sus artes de conquista y sus habilidosas manos que me acariciaban de manera tan exquisita.

No era cosa fácil sacármelo de la mente, pero en ese entonces aun mi mundo giraba alrededor del sol y no de un salvaje felino así que pasaron días, semanas y nosotros solo nos dábamos miraditas cuando pasaba enfrente de mi casa y una que otra sonrisa sexy. ¡Oh! Esa sonrisa sexy, debería ser ilegal sonreír de esa manera, aquel hombre estaba acabando con mis nervios y yo, siendo yo, se lo estaba permitiendo y él parecía tan sereno, mi estado no le desacomodaba ni un solo cabello y con tantas sesiones “Recordatorios de bajos deseos” y sonrisas perversas a mí se me iba olvidando porque era tan malo ser parte de su lista. Mi mente inventaba excusas << No sería por él, sería para ti, por fin sería solo para tí>>

Me imaginaba su espalda definida por arduo trabajo pesado, su abdomen escurridizo y sus manos maltratadas, su camisa rota y manchada de aceite, su olor, su suavidad, todo él era embriagante, no había cosa más sensual, y con tanta vívida imaginación, se extinguió mi sentido común y me propuse conocer a Puma, él estaría en mi cama, sería mío.

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