miércoles, 28 de febrero de 2018

El hombre ave 28/28


Esto no es mío.
Pero es mi cuento favorito de uno de mis libros favoritos. Cayó a mis manos por azares del destino y curioso es que lo leyera cuando sentía que mi vida cerraba como un círculo perfecto.

Un cuento de Luis Pescetti del libro “Nadie te creería”

El hombre ave
Un hombre y una mujer se conocen en un congreso de personas a las que les hubiera gustado ser aves. He aquí lo que ocurre: se enamoran y deciden pasar el resto de su vida juntos. En el momento de tener un hijo piensan en darle el don que ellos anhelaron. Con increíbles esfuerzos logran llegar hasta los mejores especialistas, para pedirles que manipulen sus genes de tal manera que su hijo nazca con plumas y pueda volar.

Sin embargo pasan una noche de crisis, con grandes dudas y angustias, al pensar las consecuencias que acarrearía a su hijo este don. Al amanecer, agotados por sus cavilaciones, de todas maneras deciden hacerlo y que lo criarían como a un niño normal.

El hijo nace sin estar completamente cubierto de plumas; pero de sus brazos, sí, nacen hermosas plumas verdes y turquesas. A la edad en la que todos comienzan a caminar, él comienza volar; hecho que sus padres jamás revelan a nadie, pues no quieren convertirlo en un niño-fenómeno, alguien a quien llevaran a un circo o a un programa raro de televisión.

Esto permanece como un secreto toda su vida. Sólo vuela de noche o en lugares muy apartados, para su propio placer y la felicidad de sus padres.

El joven crece y se enamora de una muchacha que lo quiere tal cual es, vale decir, con esas plumas que ella descubre la primera vez que lo ve sin ropa. Esto es tan importante para él que decide que esa muchacha, capaz de aceptarlo, será su mujer para toda la vida. Luego de expresarle su amor le confiesa algo que jamás había contado: al hacer su cuerpo mas liviano para que pudiera volar, los médicos debieron programar unas piernas muy ligeras, es decir, frágiles, por lo tanto nunca había podido jugar al fútbol, ni correr, ni siquiera caminar por mucho tiempo sin sentir un gran cansancio, y quería que sus hijos fueran como los demás niños. Ella lo abraza y le dice que sí, que por supuesto, que no tema. Cuidándose de no ofenderlo, le pide que le muestre como vuela. Él despliega sus majestuosos brazos y lo hace. Emprende un vuelo amplio. Se zambulle en el cielo como hacía tiempo no lo hacía. Por el placer del aire, pero también como si se despidiera del vuelo.

Entonces le ocurre algo completamente inesperado, ve a una mujer enfrente suyo, en el aire. “¡Ella!”, piensa, e instintivamente baja la mirada; pero no, ella seguía abajo acompañándolo con los ojos. “¿Entonces?”, se pregunta confundido mientras levanta la cabeza de golpe.

Por primera vez, y cuando acababa de sentir que su vida cerraba como un círculo perfecto, allí había alguien más que volaba.

martes, 27 de febrero de 2018

Supongo que ya sabes la verdad 27/28


Supongo que ya sabes la verdad.

Alguien te la tuvo que haber dicho y en este punto no me sorprendería que esa persona hubiera sido yo misma.

Estaba algo cansada de mentir. Tú lo sabes. Mentir se me da bien, pero no significa que me guste. No me gusta tapar una mentira con otra y terminar olvidando a quién le dije qué.

Desde hace un tiempo he tratado de ser honesta, muy honesta, conmigo misma, contigo y con todos. Yo no puedo evitar esto. Así soy, honesta hasta que duela. Por eso ayer te dije lo que te dije.

Quisiera haberlo evitado, haberle dado vueltas, quise que esas palabras no salieran de mi boca pero estaban ya atoradas desde hace un ratito y sé perfecto que le he puesto fin, pero tienes que saber que ha sido el fin solo y únicamente por ella. Yo si te quiero. En verdad, con todo lo que implicas y en contra de mi sentido común que me dice que huya de ti.

No se trata de poseerte ni de que pertenezcas a mi, no me importa la etiqueta que te ponga ni nada así, no quiero presentarte como mi novio/amigo/amante/esposo/quedante (como dirían las niñas fresas de 17),etc. 

Yo no quiero que seas mío, pero quiero que tengas ganas de serlo.

No quiero mentir, no quiero mentirte. Yo si te quiero y me duele cada vez que te veo con alguien. En serio me duele un chingo y no quiero. La solución que le he dado ha sido ponerme ebria o comer absolutamente todo. No funcionó obviamente.

Yo no quiero bajar la cara cuando te veo con alguien, quiero que quieras dejarlas por mi. Que te des cuenta que mereces algo mejor que un amor marchito y gastado, enfermo.

Quiero que sientas que quieres alguien que te quiera, que yo te quiero carajo y que ya no huyas de esto.

Quiero que me quieras y es feo pedirlo pero sería peor dar por hecho que lo sabes… y si ya lo sabías y si tu respuesta es un no, si te amas tan poco como para estar ahí, entonces déjame ir, y me iré. No quiero tratarte como mi amigo cuando lo único que quiero es besarte la boca y tomarte las manos.

Ya no estoy dispuesta a sacrificar mi paz por no sacarte de mi vida, por el miedo absurdo de perderte.
Si sigues sin mi tal vez es porque no tengo nada que perder porque nunca has sido de aquí.

Tal vez estoy mal… o tal vez no.


lunes, 26 de febrero de 2018

Y no verlo no era tan malo 26/28


Y no verlo no era tan malo.

Pero estaba ocupado, otra vez y yo me dormiría pensando en él, otra vez.

Tomé conciencia de lo ridícula que me ponía cuando las cosas no salían como quería y entonces entraba en razón, otra vez.

No se llaman coincidencias, son diosidencias  y al parecer Dios es el principal actor en todo este drama, nadie puede verse, ni tocarse, ni pagar esos regalos pendientes, porque no se puede y ya.

Todo nos sale mal y ya.

No lo veo y ya.

Y no me siente a lamentarme, ni hago berrinches, principalmente por que ya estoy grandecita, pero también porque no tengo derecho alguno a hacerlo, e incluso si lo tuviera, ya soy muy mayor como para juzgar sus ocupaciones cuando yo misma estoy ocupada casi todo el día.

Ojalá todo esto me sirviera para no pensarlo, pero no se  puede, porque toda la lógica del mundo no logra quitarme el entumecimiento de las manos, los ojos entrecerrados que le luchan al sueño y el sabor a derrota que se pasea por mi boca.

No verlo no es tan malo, pero como quisiera romper esta racha de desencuentros y fallas.

No verlo no es tan malo, pero tampoco bueno.

Soy yo la loca de las madrugadas 25/28


Soy yo la loca de las madrugadas.

¾     Pero le dejaste un labio roto, un ojo morado, los dientes chuecos y cojeaba de un pie, ¡ah! la oreja, le faltaba un pedazo del lóbulo de la oreja y le sangraban las uñas. Te va a demandar.
¾     Que me demande. Si vamos a demandar, lo primero que le demandaré es por ser un hijo de la chingada.
¾     Fernanda, eso no procede.
¾     ¿Ves? La justicia no es justa, es por eso que a veces uno tiene que mandar a la mierda el protocolo y agredirlo hasta que alguna autoridad competente te detenga.
¾     Irás a la cárcel.
¾     El me rompió. Debería ir él. Es más, a mí me deberían de eximir de cualquier culpa, déjame hablar con la juez por 15 minutitos y ella misma lo querrá madrear.
¾     Las cosas no funcionan así.
¾     Pues así deberían de funcionar.
¾     ¿Cómo te sientes?
¾     Bien.
¾     Estoy hablando en serio.
¾     Yo también. Lo único en lo que pienso ahora es su cara desfigurada. Ojalá también lo hubiera dejado cavo.
¾     No te atreverías
¾     Dame tiempo y lo capo también.
¾     ¿No crees que sea demasiada agresión?
¾     Jueves una, viernes otra, sábado otra. El amigo del jefe del exnovio de la amiga de los dos, ese mismo desgraciado de quien lo defendí. La zorra mosca muerta que no se come una gordita pero se traga todo el costal la muy perra. Sin mencionar la caja de huevos que le faltan.
¾     Tienes razón. Tú lo coges y yo lo golpeo.
¾     Lo dejé bonito, solo porque no me anima ensuciar las manos con su cochina sangre. Es lo único que me detiene, pero en lo que a mí respecta hoy lo maté.
¾     Está vivo.
¾     Solo en cuerpo, por dentro está más muerto que nada, por eso apesta.

Leerse a una misma 24/28


Leerse a una misma

No es tan sano leerse a una misma. Se vuelve más crítica y le reviven todas las cosas que sintió al escribirlo.

Por ejemplo, cuando me da la locura de las madrugadas donde no puedo enviar what’s apps ni mensajes ni nada, yo me leo a mí misma. Busco cartas viejas, leo las cosas que me pusieron mis compañeros de la secundaria en mi playera, leo el viejo discurso que dije cuando me gradué. Leo todo lo que puedo hasta que encuentro algo que me atrape. Leo las cartas viejas que no entregué y las cartas que son tan nuevas que aún duelen.

Leí unas pocas que le tenía a Voldemort. Oh, sí, él aún tiene cartas.

No tiene nombre en realidad, pero siempre sé que se las escribía a él por algún dato curioso que describiera en el nudo central de la carta. Algo como “me enseñaste a morder” o  “el paraguas se cayó porque tenía muchas ganas de abrazarte”. A veces me pregunto si existe una mujer más loca que haya escrito tantas cosas para alguien que no le gusta leer.

Supongo que por eso alguna vez se deshizo de todo y tuvo el descaro de decírmelo. Eso jamás se lo perdonaré, sentí que había tirado una parte de mí. Una parte que jamás volvería a ver. Desde ese día, cada vez que le escribí algo hice una copia, una para él y una para mí. Él pensaba que yo solo le escribía cosas pero no. Todo eso fue mi diario. Mi diario y mi biografía. Nunca hablo de él. Las cartas siempre son sobre mi (¿se puede ser más egocentrista?) Siempre le hablo de lo que siento, porque soy la mujer transparente, la que no le gustan los misterios, la que nada más es así y sin nada más. Soy todo lo que ves.

Supongo que así con las cosas. Aún hay cartas inconclusas y otras que no soy capaz de releer porque me apena haber sido tan pendeja. No es cierto, no me da pena haberlo querido tanto, me da pena que él supiera que yo lo quería tanto y aun así que hubiera valido madre.

Supongo que así continúan las cosas. Nunca me compuse. Solo cambie el “él” por el “ellos”.

Para los ojos tenía uno guapo, para las manos tenía uno suave, para la boca tenía uno que besaba bien, para no extrañar su perfil tenía un griego, para no extrañar su manera de leerme tenía a Sandra Castillo y para no extrañarlo a él tenía lo poco que me había dado. Lo rompí en pedacitos y lo incrusté con amores pasajeros, con esos que sabes que van a morir. 

Supongo que así serán las cosas
.
Una yo con muchos años más convencida de que valió la pena todos mis esfuerzos por ser buena.

Una yo que hace las cosas bien por todas partes. Una yo sin un él porque ¿para qué quiere uno un tipo que puede partir en pedazos y repartirlo en 7?

Como Horrocruxes y para eso alguien se tuvo que morir.

Y fui yo, siete veces, para partirlo y repartirlo. Para convencerme de que “abandonar a una persona no es lo peor que se le puede hacer, puede parecer doloroso pero no tiene porqué ser una tragedia. Si uno no dejase nunca a nada y a nadie no tendría espacio para lo nuevo”

Entre vainilla y chocolate 23/28


Entre vainilla y chocolates

Si pudiéramos unir 2 palabras yo escogería exhausta y orgullosa, de esa manera volteé a ver la mesa de mi cocina. Está repleta de postres, de deliciosos dulces, me había gastado como toda la quincena en fresas, harina, huevos, mantequilla y vainilla.

Era mi sutil manera de no entrar en total depresión por un hombre, esa estrategia no autodestructiva de recuperarme, esa que no incluye escribir ni leer nada, la que pongo en stand by mi cerebrito y me deja solo contemplar mi obra “exhaullosa” de ella.

El recuento de los daños llegaba a mis orejas, harina en el borde exterior, huevo en las manos, un pedazo de algo pegostiozo en mi cabello, no quise saber en dónde más tenía restos de comida, y me dispuse a limpiar la zona de guerra que era una pequeña cocina de desquiciados para después poder tomar la ducha más larga de la existencia.

Iba a poner música de acompañamiento, pero podría resultar peligroso, así que decidí centrarme en eliminar cualquier rastro de mi ataque repostero.

Cuando terminé, el golpe de la tristeza me agredió.

Llore poquito, me quite lo que me quedaba de ropa y me encerré en el baño a lavarme las penillas que tenía que quitarme.

No había sido un corazón roto, en se caso estaría tirada en una esquinita hablando por teléfono, planeando una alcoholizada monumental, solo me dolió que se largara, creo que principalmente era mi ego el lastimado, no el cora.

                               --- Que se vaya a la mierda-me repetí en el baño y decidí ponerme guapa.

Cuando salí de esa ducha (que más bien duró 2horas y se pareció más a una sesión total de spa) me puse un vestido ligero y regresé a la cocina.

                    - ¿Ahora qué hago con todo esto?- pensé para mis adentros.

Analicé la idea de sentarme a comérmelo todo, la verdad se veía muy rico pero me di cuenta que sería casi un suicidio diabético, así que mandé un what’s app al grupo de mujeres más hambrientas que conozco y las invité a participar en ese homicidio alimenticio.

Cuando llegaron todas, yo llevaba media botella de vino tinto de ventaja y como medio pastel de fresas con chocolate.

Solo eran 3, una loca, una fresa y una malvada.  

La loca venía preparada con una caja de kleenex, la fresa tenía cara de curiosidad por esa reunión y la malvada había traído más vino (en ese momento ella se convirtió en mi favorita de la noche).
– Hueles a Pitanga- me dijo la malvada, quien no desaprovechaba para derrochar conocimientos de productos naturales de belleza y como el plomo de mis labiales rojos permanentes mataba niños en África todos los días.

Todas nos postramos en unos silloncitos de palets improvisados que tenía en la sala y observamos los pasteles, después relaté  tranquilamente como había sido “la cortada”

-          ¿Y que más te dijo?- preguntó la malvada. 
-          Nada. No se despidió y bueno, yo no pretendo decirle adiós literalmente, si se quiere ir, que se vaya y lo demás va implícito.
-          No manches, que mala onda, y …¿ no le vas a hablar ni nada?- pregunto la loca
-          ¡No! He borrado su número del celular y de cualquier conversación donde pudiera estar, no me lo sé, nunca me lo aprendí, esa debió ser una pista de que esto no iba a funcionar.
-          ¡Tú tampoco te sabes mi número!- me grito la fresa.

Se lo recité de memoria y también el de las otras 2 por si la dudas.

-          Ok, ok, te sabes los números, eso equis, pero ¿vas a dejar que esto muera?- preguntó la loca.
-          Sí-  contesté seca y decidida.
-          ¿No lo extrañas?- preguntó la fresa.
-          Me cortó ayer, no he tenido tiempo de extrañarlo, además no he querido analizarlo mucho, últimamente lo odiaba.
-          ¿Entonces porque andabas con él?- preguntó la malvada.
-          No sé. Fue mi confirmación de que estoy bien así, sola – conteste tratándo de convencerme de ello, más que para el conocimiento de las presentes.
-          Te voy a presentar a… - las interrumpí antes de que siguieran.
-          ¿A quién? ¿Al primo de tu novio? ¿Al amigo de tu prometido? ¿Al hermano de tu cuñado? No tengo intención de conocer a nadie, no quiero, ese hombre me quitó las ganas de conocer a alguien nuevo por el momento.
-          ¿Entonces?- dijo la malvada
-          ¿Entonces qué? – contesté confundida.
-          ¿Qué vas a hacer? – dijo la loca.
-          Preparar un chingo de postres y comerlos con mis amigas. Ese plan va bien hasta el momento.

Me serví un vaso lleno de tinto y me lo tomé todito.

-          ¿Segura que solo comer?, pareces más interesada en tomar- dijo la fresa.
-          Es solo para el drama que acompaña a esto, solo para seguir el protocolo, la verdad no estoy mal, no les hable para poder hablar y decirles “lo mal” que me siento, porque no es así, les hablé porque simplemente no puedo comer tanto yo sola – contesté como respuesta a las demás preguntas que quedaban en el aire.
-          ¿Puedo llevarle a mi mamá?- preguntó la loca.

Explotamos todas en risa, era casi imposible no reír con ellas y después de todo terminó siendo una tarde postres con viejas amigas, con historias graciosas y recuerdos de caballos.

jueves, 22 de febrero de 2018

La tía Lencha 22/28

La tía Lencha murió hoy a las 6 de la tarde.

Armando se encogió de hombros y la partida de lotería terminó abruptamente.

¾     ¿Qué le pasó?- preguntó Carmelita
¾     Se la comieron los gatos – dijo Pepe
¾     No juegues Pepe, esto es serio – dijo Luz.
¾     No es una broma, en serio se la comieron los gatos, por lo visto tenía mucho sin darles de comer, ya vez que a sus 97 ya se le iba la onda.
¾     Pero mi tía Lenchita siempre fue muy ordenada y le limpiaba a sus gatos – dijo Carmelita, la menor de los hermanos que estaba prácticamente escondida en la falda de su hermana mayor.
¾     Pues si, lo que no hizo fue hacerles de comer- comentó Pepe.
¾     Chingao, mi papá se va poner muy mal, ¿ya le dijiste Pepe?- Pregunto Armando
¾     Él fue quien me habló, creo que la tía Laura llega mañana y mi mamá ya está viendo lo del funeral por que Karlita anda para Tamaulipas- contestó Pepe

Las palabras se cortaron y los 4 hermanos guardaron un silencio que fue como una pregunta al viento.
Estaban jugando lotería en una tarde del mes de abril, con un calor de infierno que alteraba las neuronas, a Armando le encantaba jugar en el patiecito de atrás de la casa grande y se juntaban cada jueves sin falta para hacerle visita a su papás y platicar un poco de su cosas.

Pepe siempre llegaba tarde, le dolía la cabeza, se había caído, había tráfico, no vio la hora, Pepe siempre llegaba tarde.

Carmelita, la mayor, siempre sudaba mucho, una gota gorda recorría ese surco imaginario que delineaba el contorno de su cara, Carmelita no era religiosa, pero siempre tomaba sal con agua para curar los pecados, enseñanzas de la tia Lenchita.

La tía Lenchita, murió un jueves de abril a las 6 de la tarde, tomando un vaso con agua y sal.

Murió de vieja y de cansada, murió porque ya era hora, porque el aire a veces se va sin motivo, por el arsénico que se había estado tomando diariamente durante un par de meses y al final fueron los gatos que tanto amó quienes se la comieron trozo a trozo, pedacito a pedacito.

Se murió la tía Lencha.


¿Por qué no les escribí del 2017? 21/28

Pues extráñalo. Cada vez que pienses en él, mándale Amor y Luz. Después deja ir el pensamiento. Tienes miedo de dejarlo ir porque después estarás sola. Pero esto es lo que tienes que entender, si despejaras todo ese espacio que ocupas en tu mente por obsesionarte con esta persona, tendrías una puerta y ¿sabes qué haría el universo al verla? Colarse. Se colaría y te llenaría del amor más hermoso que jamás hayas podido conocer. Así que deja de estar usándolo a él para bloquear esa puerta.

¿Por qué no les escribí del 2017?

Cada final de año hago una pequeña reseña cómo me fue. 

En diciembre estaba tan aturdida por mi drama personal que en verdad todo lo que salía de mis dedos eran palabras de enojo. 
No fue así, no fue tan malo, sigue sin ser peor que 2010.

2017 me dio unas patadas, feo. Pero me dio una tranquiza porque volví a pelear. Todavía al final, me agarró a nalgadas y me dijo “tenga, para que se entretenga”.

Pero no estuvo tan mal. Porque me hizo recordar que todavía me podía equivocar, que no estaba muerta y había un montón de cosas que no había hecho por pasármela enlelada por un güey que no me quería. Me volví a enamorar… de otro tipo… que tampoco que me quería.

Pero oigan, por lo menos comprobamos que aún tengo capacidad de querer a alguien y era algo que yo pensaba perdido.

Este vato me costó 10 sesiones de terapia y 11kg. También me costó una amistad muy perrona, muchas noches sin dormir y el volverme muy desgraciada.

Sin embargo, no se fue sin darme cosas como el saber que sigo siendo linda, que a veces los complejos que uno tiene son solo de uno, que podía ser sumamente segura de mi y que tenía el poder de elegir con quien quería estar. El problema es que yo quería estar con alguien que no quería estar conmigo.

En el 2017 también cumplí 25 añotes. Y los celebré, aprendí que estoy en una edad en la que puedo tener todo lo que quiera, que no tengo que llegar a hacerle de comer a ningún esposo, que no tengo que dormir temprano a los niños, ni lavar uniformes y me puedo comprar todas las cosas inútiles y superficiales que quiera. Que me consiento un montón y que puedo, si así lo quiero, lograr todo lo que me proponga.

Aprendí que no puedes dejarle tu estabilidad emocional en manos ajenas, que puede todo irse a la mierda y ti tienes que seguir así, impasible. Que tengo que ser un maldito roble que pierde los estribos de vez en cuando. Que también puedo ser aún una niña de 15 años que le gustan 77 vatos.

Que puede también que de todos no se haga uno solo. Que no estoy yo para gente que no sabe lo que quiere porque si no soy yo pues es una pena, pero que flojera andar perdiendo mi tiempo en alguien que un día te quiere y el otro no.

Que los menores de edad son malvados, pero divertidos. Que siempre me ha de llamar la atención el tipo con más problemas y inestabilidad emocional del mundo, el wey mamón que a nadie le cae bien. Ese mero es el mío.

Que también puedo hacer planes sola. Sin amigos, ni familia, ni amores fugaces ni nada.
Que me pueden reclamar muchas cosas pero no pueden decir que no lo intenté. TODO lo que hice en el 2017 fue intentarlo, una y otra vez.

Que la gente se empieza a casar y ya no como locura de adolescente si no como personas conscientes. Que va valer madre en algún punto, todas las amistades, que no puedo depender de las personas que me rodean y que tengo que ser siempre mi propio plan B.

También aprendí a mandar a la mierda a las personas que me dejan plantada. A que es más difícil ser maestro que alumno, a que nunca jamás van a poder quitarme mis ganas de enseñar. Aunque sea poquito. Que la política sigue siendo muy cochina, pero más cochinos son los políticos que no lo son.
Aprendí que a veces no puedo con todo. Que está bien pedir ayuda y que debo dejar que las personas me abran las puertas y me ayuden con el garrafón, no porque no pueda hacerlo yo misma, no porque sea incapaz, sino porque existen personas que quieren ayudarte, y debería dejarlos hacerlo.

Aprendí que hay más personas de las que creo que me leen, que son como el Batman de los lectores, que no comentan, ni nada pero ahí están.

Que lo mejor de escribir es que te quita el peso de las palabras que a lo mejor no tuviste la oportunidad de decir. Que a veces tienes que dejar algo que te hace feliz a ratos pero te hace daño siempre. Que no todo lo que te saque una sonrisa es sano, que no todo lo sano es bueno y que no todo lo bueno te hace feliz. Que hacer lo correcto es muchísimo más difícil que hacerlo lo incorrecto, pero que así duermes bien. Que portarse mal es muy divertido y en ocasiones también es necesario. Que no puedo seguir esperando que un día las personas se levanten y hayan cambiado. Que si quieres a alguien es con todo lo que conlleva y sino entonces no es amor del bueno.

2017 me enseñó a ser una hija de la chingada. Porque siendo buena me perdí de mucho, de piedras enormes con las que tuve que tropezar y de bachecillos de los que no fue tan difícil salir.
2017 también se quedó con algunas cosas que me estorbaban y me llenó de otras tantas que ni siquiera sabía que necesitaba.

Al final lo mejor del 2017 fue que deje ir algo tan grande que el universo llenó ese hueco con un amor aún más grande. El propio.



BITCH 20/28

BITCH

Bueno, Insiste, Todo Cambiará Hoy.

Amigo 1.
Siempre creí que el amor no me alcanzaba.
Que me huía.
Que simplemente yo era como waterproof y el era water.
Que le caía mal, que nada más yo no era para eso o él no era para mí.
Que cómo era posible que rodeada de tanto tipo ninguno fuera mío.
Descubrí la verdad un día que se me salió lo bitch por teléfono.

¾     ¿Qué dirías si te digo que quiero acostarme contigo?
¾     No te creería.
¾     ¿Por qué nadie lo cree? Qué tal que lo digo en serio.
¾     No lo haces, te conozco.
¾     Pero si te lo dijera en serio, en serio.
¾     Jajajaja si yo supiera que es en verdad, pues claro que sí.
¾     ¿Por qué no crees que es enserio?
¾     Por cómo eres tú, tú nunca te acostarías conmigo.
¾     Y si se lo dijera a alguien más, como a tu amigo.
¾     Te diría lo mismo que yo.
¾     Así que me he quedado a dos velas por ser tan decente, nivel: ya no lo intentaron.
¾     Sí.
¾     La cagué.
¾     ¿Quieres tener sexo conmigo?
¾     ¿Me lo dices enserio?
¾     Sí, tú preguntaste.
¾     No, obvio no, eres mi amigo.
¾     ¿Entonces para qué me preguntas?
¾     Curiosidad.









Amigo 2.
¾     ¿Por qué me besas ahora? ¿Por qué hasta ahora? Pudiste hacerlo hace un montón de tiempo.
¾     Tú nunca me dejaste.
¾     No juegues, hubo como 466866 oportunidades, siempre estábamos solos.
¾     Siempre me mandabas a la chingada bien feo.
¾     ¿¿¿¿Yo???? ¿Cuándo?
¾     Siempre, yo te insinuaba algo y tú te reías, me mandabas al carajo.
¾     Yo si quería, pero pensé que tu no.
¾     Tu nunca me dejaste y pues tú no eres así, sentí que si lo intentaba la iba a cagar.
¾     Entonces por eso nunca pasó nada. Y ¿por qué ahora sí? No puedes andar besando a tus amigas.
¾     Sí puedo, mira.
Se acerca, la jala hacia él y la besa, ella ya no opone resistencia, sería inútil, la volteo a ver con la sonrisa que la desarmaba y puso la mirada más traviesa del mundo, ella se perdió en sí misma.
¾     No podemos
¾     No importa, no te sientas mal.
¾     Muy tarde para tu comentario.
¾     Yo no le voy a decir a nadie.
¾     Pero yo lo voy a saber.

Él le agarra la mano y ella se desconcierta, en otros tiempos esta imagen hubiese sido sacada de sus más profundos sueños, de cosas que ella quería y deseaba como al mismo aire, como cuando se pasaba las clases pensando en como olería su cuello, a que sabrían sus manos, a si sentiría lo rasposo de su barba.

Pero ya no era tiempo, así que lo suelta y se sumerge en la culpa, pero no tanto, no tanto como parece, si se siente mal, pero peores cosas ha hecho él y mejores cosas ha hecho ella.
Y al final del día, nadie se muere por unos besos.

Solo fue lo necesario para sacarte la piedrita del zapato, dejar de pensar cómo serían las cosas y descubrir, que incluso cuando llegas a tener lo que querías, ya no te es suficiente.


lunes, 19 de febrero de 2018

Cuatro soles 19/28

Cuatro soles.

Tenía una botella de vino y muchas ganas de no hablar de nada.

De sentarme en el cofre del carro y ver las estrellas en un lugar tan lejano que no fuera territorio Telcel. Dónde no se escuchara más que el agua y los grillos y no decirle nada, ni que me contara él, nada a mí.

Poner un ultimátum de “ni tus problemas ni los míos” y ver el cielo, por un rato largo, interrumpido con respiraciones profundas e incertidumbre.

Quería mis 5 minutos Milky-way pero sin chocolate, ni besos furtivos ni tensión emocional. Por lo menos ambos sabíamos que ya no podíamos lastimarnos más, que ya no tenía que pensar cada palabra que saliera de mi boca, que si terminábamos odiándonos no sería algo tan lejano a la realidad porque cuando todo estaba ya roto ¿qué más daba estar en silencio sin ponerle puntos a las íes? sin explicaciones ni reclamaciones, solo con la certeza de que las cosas no podían estar peor.

Decirle que me siento cansada y que él no pregunte porqué, que me diga que también está harto, que sabe bien que somos unas lindas vacaciones que van a durar solo eso, esa noche y que tal vez no se repitan o sí. Que sabemos que su codo y mis costillas no chocarán, que no iré a buscar una mano en penumbras y que tampoco esperará el momento adecuado para atacar.

Que haga calor, pero no tanto, de esos días ventosos ricos, con fresca y brisa. Pero tan caliente para no necesitar un abrazo que sepa a lástima, a que no tiene ya caso el fingir que no es raro estar así, sin nosotros.


Tener ganas de vino y que me pregunte si aún bebo mucho, mentir. Decirle que todo va bien, que es solo que a veces estoy cansada, que él me mienta a mí, que todo está bien pero que a veces está cansado, que ya no indaguemos porque sabemos que ambos mentimos, que no nos desgastemos en explicarnos del porqué. Que no haya más preguntas incómodas porque ya no puede haber nada incómodo, que me pregunte sobre cosas sin importancia, que le conteste con monotonía que ya no quiera saber cosas de él porque las barañas se quedan cuando se va y que por favor, por última vez me diga que todo irá bien. Aunque sea mentira. Aunque yo no le crea, aunque me dure hasta que se acabe el vino y una ráfaga de señal anuncie que me buscan y a él también, que tenemos llamadas perdidas y regaños pendientes. Que somos muy esclavos de todos los demás pero libres entre nosotros. 

Exceso de sonrisas 16/28

Exceso de sonrisas.

¾     Ni siquiera es guapo.
¾     ¿Entonces?
¾     Es demasiado serio y esta así, como me gustan…
¾     ¿Cómo?
¾     Morenito y tiene esa sonrisa.
¾     ¿Cuál?
¾     Su sonrisa encantadora.
¾     Ah…. Y te gusta …¿la mia? Él y yo somos familia.
¾     ¿Cuál de tus sonrisas?,¿la que pones cuando te cacho en una mentira, la que pones cuando algo te da risa, la que pones cuando estas ebrio, la que pones cuando nos quedamos viendo hasta que reventamos, la sonrisa que pones cuando estamos de acuerdo o la que pones cuando andas coqueto?
¾     Pues no se cual, ¿tengo tantas sonrisas?
¾     Jajajajajaja, sí y no me gusta ninguna.

Mentí descaradamente, no quería inflarle más el ego, con el que se carga tiene y aunque al principio era divertido al final, en las noches, ya no tenía de que reírme. Me quedaba la ansiedad.  

Estaba solo yo, en ese espacio que parecía tan grande unos días y otros sentía que mis pies tocaban las paredes, que si me movía un poco, tiraría todo y que mi cama era así como un desierto gigante con una yo tan pequeña que me perdería entre los granos de arena.  

Me sentí triste, por un segundo lo consideré y tomé mi celular.
<<Un falso amor a veces es mejor que ningún amor>>
<<¡No!>>  me detuve, saldría mal, para mí sería un juego y para él (si es que era sincero) una decepción.
Así que recorrí mis contactos y quise marcar a un número fuera de mi área, tenía miedo de que no me contestara y ese mismo miedo que me lleva persiguiendo tantos años fue el que me hizo no hablarle.
<<Si quisiera él me hubiera hablado>>

Podría hablarle a mis amigos… los casados. A las 12:00am. Era mala idea también, podría hablarle a mi amiga eterna, despertarla, pero sabía perfecto que ella lidiaba ahora mismo con sus propios demonios.

Quedaba uno. Uno del cual si quisiera escuchar su voz, pero… él juega sucio, no quería ahorcarme a mí misma con sus mentiras y terminar enterándome por terceros que era yo quien estaba ahí, buscándolo, aunque fuera para una consulta sentimental. Eso me hizo recordar que ni madres que le marcaba.

Había más amigos, pero ninguno con el que en realidad quisiera hablar.
Al final después de tanto amor, lo único que me quedaba era el mío, así que me puse en pose de resignación.
Y hablé con migo, con Dios, con el universo y terminé con migo, otra vez.

Me deje la puerta cerrada, no tenía ganas de esperar a nadie y peor que eso no había a nadie que a quien yo quisiera esperar.