El día esta como para escucharte decir mi
nombre
Está lloviendo a chorros y mi oficina no tiene
ventanas, literalmente, para entrar a ella hay dos cascadas que no puedes
tapar, que tienes que, obligatoriamente, cruzar y esta mañana tuve que hacerlo.
Kalimba suena en la computadora y en todo lo
que puedo pensar es en ti, diciendo mi nombre, mientras un relámpago interrumpe
el pensamiento, así como un grito mañanero interrumpió mi trance de 20 minutos viendo una esquina de mi cuarto, pensando en todas las cosas en las que no
debería pensar.
Sigue lloviendo y espero que entiendas la referencia de la canción a la que me recuerdas, esa que tiene tu apodo escrito su
título y me encantaría no estar escuchando ahora a Ed Sheeran con Friends. Ojalá no pusiera tu canción mil veces todo el día, en cíclico, para volverme aún más loca.
Lo cierto es que llevo pensándote todo el día y
solo espero poder escucharte decir mi nombre hoy, que me lo digas bajito
mientras me besas la oreja y siento tu rosada mejilla (o lo que tu barba me
deja sentir) en mi cuello, ojalá pudiera odiarte así de tanto como todos lo
hacen, así de tanto como tú mismo me has dicho que debería hacerlo, pero es
difícil, odiar a alguien quien te hace pensar tanto, en tantas cosas, querer
hacer cosas, más cosas de las cosas que dijimos que haríamos. ¿Cómo odias a alguien que te hace tan feliz? Aunque sea momentáneamente.
Estoy bien jodida.
No dejo de pensar y todo lo que quiero es
escucharte decir mi nombre, mientras nos vamos, juntos.
Otra vez.
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