Los besos de las
primeras veces.
Mi mamá quería ser periodista, me lo dijo hace
muchos años, quería ser periodista y estudiar en Guanajuato.
La vi sentada en las escaleras de la
universidad de Guanajuato la primera vez que fui y jamás entendí porque le
gustaba eso. Guanajuato era de viejitos y enamorados y yo no estaba ninguna de
las dos.
Guanajuato se robó mi primer beso, en el callejón
del beso, con un niño que no me gustaba.
Debí saber desde entonces que me gusta arruinar
las primeras veces en mi vida.
Todo fue porque nos envolvió la historia de dos
amantes que se besaban por sus balcones; él pagaba un peso todas las noches para
poder subir y darle un beso de buenas noches a su amada y era eso,
precisamente, un peso, todo lo que él ganaba en un día, un hombre que lo daba
todo por un amor.
Un niño que hablaba cantadito nos la contó y
fue ese mismo niño quien nos dijo que si pasabas por el callejón y no besabas a
alguien tendrías 15 años de mala suerte en el amor pero que si besabas a alguien
serían 7 años de buena suerte.
Estaba la mamá del niño ese, ella me pidió que
lo besara. Que él me quería mucho, que solo era un beso inocente.
Recuerdo que quiso meter su lengua en mi boca y
yo puse cara de auxilio, todos mis compañeros de la primaria tomaron fotos de
eso. El “romance” de años dónde me mandaba recaditos y me regalaba cosas había
concluido con un romántico beso en el callejón de la leyenda.
Yo lo besé porque en verdad creía en que
tendría 7 años de buena suerte. La superstición me había empujado a pasar un
mal rato por 7 años de buenos ratos. Tenía 11 años.
Supongo que no puedes hacer trampa en esas
cosas, que no puedes besar a un tipo solo por tener mejor suerte, así que me he
chutado ya 13 años de mala suerte y me faltan solo dos, que tendré que pagar
con pura y mera resignación.
Después
de la primaria no supe mucho más de él. Creo
que se casó o tuvo hijos, no lo sé a ciencia cierta. A veces me lo encuentro en
la calle y él se sordea de una manera monumental, espero que a él le hayan sido
efectivos los años de buena suerte, que no haya tenido que pasar lo que me tocó
a mí y que recuerde, por lo menos, dentro de su infantil memoria que él se
quedó con mi primer beso.
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