La tía Lencha
murió hoy a las 6 de la tarde.
Armando se
encogió de hombros y la partida de lotería terminó abruptamente.
¾
¿Qué le pasó?- preguntó
Carmelita
¾
Se la comieron los gatos – dijo
Pepe
¾
No juegues Pepe, esto es serio
– dijo Luz.
¾
No es una broma, en serio se la
comieron los gatos, por lo visto tenía mucho sin darles de comer, ya vez que a
sus 97 ya se le iba la onda.
¾
Pero mi tía Lenchita siempre
fue muy ordenada y le limpiaba a sus gatos – dijo Carmelita, la menor de los
hermanos que estaba prácticamente escondida en la falda de su hermana mayor.
¾
Pues si, lo que no hizo fue
hacerles de comer- comentó Pepe.
¾
Chingao, mi papá se va poner
muy mal, ¿ya le dijiste Pepe?- Pregunto Armando
¾
Él fue quien me habló, creo que
la tía Laura llega mañana y mi mamá ya está viendo lo del funeral por que
Karlita anda para Tamaulipas- contestó Pepe
Las palabras se
cortaron y los 4 hermanos guardaron un silencio que fue como una pregunta al
viento.
Estaban jugando
lotería en una tarde del mes de abril, con un calor de infierno que alteraba
las neuronas, a Armando le encantaba jugar en el patiecito de atrás de la casa
grande y se juntaban cada jueves sin falta para hacerle visita a su papás y
platicar un poco de su cosas.
Pepe siempre
llegaba tarde, le dolía la cabeza, se había caído, había tráfico, no vio la
hora, Pepe siempre llegaba tarde.
Carmelita, la
mayor, siempre sudaba mucho, una gota gorda recorría ese surco imaginario que delineaba
el contorno de su cara, Carmelita no era religiosa, pero siempre tomaba sal con
agua para curar los pecados, enseñanzas de la tia Lenchita.
La tía Lenchita,
murió un jueves de abril a las 6 de la tarde, tomando un vaso con agua y sal.
Murió de vieja y
de cansada, murió porque ya era hora, porque el aire a veces se va sin motivo,
por el arsénico que se había estado tomando diariamente durante un par de meses
y al final fueron los gatos que tanto amó quienes se la comieron trozo a trozo,
pedacito a pedacito.
Se murió la tía
Lencha.
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