Pues extráñalo. Cada vez que pienses en él, mándale Amor y Luz. Después
deja ir el pensamiento. Tienes miedo de dejarlo ir porque después estarás sola.
Pero esto es lo que tienes que entender, si despejaras todo ese espacio que
ocupas en tu mente por obsesionarte con esta persona, tendrías una puerta y
¿sabes qué haría el universo al verla? Colarse. Se colaría y te llenaría del
amor más hermoso que jamás hayas podido conocer. Así que deja de estar usándolo
a él para bloquear esa puerta.
¿Por qué no les escribí del 2017?
Cada final de año hago una pequeña reseña cómo
me fue.
En diciembre estaba tan aturdida por mi drama
personal que en verdad todo lo que salía de mis dedos eran palabras de
enojo.
No fue así, no fue tan malo, sigue sin ser peor
que 2010.
2017 me dio unas patadas, feo. Pero me dio una
tranquiza porque volví a pelear. Todavía al final, me agarró a nalgadas y me
dijo “tenga, para que se entretenga”.
Pero no estuvo tan mal. Porque me hizo recordar
que todavía me podía equivocar, que no estaba muerta y había un montón de cosas
que no había hecho por pasármela enlelada por un güey que no me quería. Me
volví a enamorar… de otro tipo… que tampoco que me quería.
Pero oigan, por lo menos comprobamos que aún
tengo capacidad de querer a alguien y era algo que yo pensaba perdido.
Este vato me costó 10 sesiones de terapia y
11kg. También me costó una amistad muy perrona, muchas noches sin dormir y el
volverme muy desgraciada.
Sin embargo, no se fue sin darme cosas como el
saber que sigo siendo linda, que a veces los complejos que uno tiene son solo
de uno, que podía ser sumamente segura de mi y que tenía el poder de elegir con
quien quería estar. El problema es que yo quería estar con alguien que no
quería estar conmigo.
En el 2017 también cumplí 25 añotes. Y los
celebré, aprendí que estoy en una edad en la que puedo tener todo lo que
quiera, que no tengo que llegar a hacerle de comer a ningún esposo, que no
tengo que dormir temprano a los niños, ni lavar uniformes y me puedo comprar
todas las cosas inútiles y superficiales que quiera. Que me consiento un montón
y que puedo, si así lo quiero, lograr todo lo que me proponga.
Aprendí que no puedes dejarle tu estabilidad emocional
en manos ajenas, que puede todo irse a la mierda y ti tienes que seguir así, impasible.
Que tengo que ser un maldito roble que pierde los estribos de vez en cuando.
Que también puedo ser aún una niña de 15 años que le gustan 77 vatos.
Que puede
también que de todos no se haga uno solo. Que no estoy yo para gente que no
sabe lo que quiere porque si no soy yo pues es una pena, pero que flojera andar
perdiendo mi tiempo en alguien que un día te quiere y el otro no.
Que los menores de edad son malvados, pero
divertidos. Que siempre me ha de llamar la atención el tipo con más problemas y inestabilidad emocional del mundo, el wey mamón que a nadie le cae bien. Ese
mero es el mío.
Que también puedo hacer planes sola. Sin amigos,
ni familia, ni amores fugaces ni nada.
Que me pueden reclamar muchas cosas pero no
pueden decir que no lo intenté. TODO lo que hice en el 2017 fue intentarlo, una
y otra vez.
Que la gente se empieza a casar y ya no como
locura de adolescente si no como personas conscientes. Que va valer madre en
algún punto, todas las amistades, que no puedo depender de las personas que me
rodean y que tengo que ser siempre mi propio plan B.
También aprendí a mandar a la mierda a las
personas que me dejan plantada. A que es más difícil ser maestro que alumno, a
que nunca jamás van a poder quitarme mis ganas de enseñar. Aunque sea poquito.
Que la política sigue siendo muy cochina, pero más cochinos son los políticos
que no lo son.
Aprendí que a veces no puedo con todo. Que está
bien pedir ayuda y que debo dejar que las personas me abran las puertas y me
ayuden con el garrafón, no porque no pueda hacerlo yo misma, no porque sea
incapaz, sino porque existen personas que quieren ayudarte, y debería dejarlos
hacerlo.
Aprendí que hay más personas de las que creo
que me leen, que son como el Batman de los lectores, que no comentan, ni nada
pero ahí están.
Que lo mejor de escribir es que te quita el
peso de las palabras que a lo mejor no tuviste la oportunidad de decir. Que a
veces tienes que dejar algo que te hace feliz a ratos pero te hace daño
siempre. Que no todo lo que te saque una sonrisa es sano, que no todo lo sano
es bueno y que no todo lo bueno te hace feliz. Que hacer lo correcto es
muchísimo más difícil que hacerlo lo incorrecto, pero que así duermes bien. Que
portarse mal es muy divertido y en ocasiones también es necesario. Que no puedo
seguir esperando que un día las personas se levanten y hayan cambiado. Que si
quieres a alguien es con todo lo que conlleva y sino entonces no es amor del
bueno.
2017 me enseñó a ser una hija de la chingada.
Porque siendo buena me perdí de mucho, de piedras enormes con las que tuve que
tropezar y de bachecillos de los que no fue tan difícil salir.
2017 también se quedó con algunas cosas que me
estorbaban y me llenó de otras tantas que ni siquiera sabía que necesitaba.
Al final lo mejor del 2017 fue que deje ir algo
tan grande que el universo llenó ese hueco con un amor aún más grande. El
propio.
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