Las dos yo que viven en mi.
Me empecé a maquillar como si quisiera ocultar
las ojeras de las desveladas en vano, quitarme las arrugas que nacieron de las
carcajadas y los besos que tenía en la esquina de los labios.
Mi make up no quita ciertas marcas.
Me arreglé las cejas y traté de no parecer dos
personas diferentes, fue inútil, yo era dos personas diferentes; una que estaba
loca y era caprichosa y la otra que quería todo en la vida y siempre se le iban
las cosas de las manos. Hoy las dos están molestas, fastidiadas, enojadas,
cansadas.
Así como había dos yo, había dos él. Yo los
amaba. Un chingo. A ambos. Al que se iba y no me hablaba y al que yo pensaba
que era en mi mente, una combinación rara de conversaciones tipo papá y tipo
que creía que era una tonta. No podía unirlos porque yo era dos personas diferentes
para ellos.
Estaba cansada y solo quería llorar y leer un
buen libro, verlo fumarse un cigarro mentolado y vivir con quién le guste
besarme los hombros.
Quería no estar tan sola en las noches de
domingo y que no tuviera que pedirle que se quedara a nadie en la vida, que no sintiera
la angustia de despertar y no sentirlo cerca, que no tuviera que preocuparme
porque un día dejara de quererme.
Quería ser amada, que me consistieran, queme
abrazaran cuando hacía frio y me besaran la frente, quería que me hicieran en
amor tierno y dulce, que arrancara de mi todos sus miedos y los míos, dejarlo quererme y dejarme llevar.
Quería un amor incondicional y leal, un amor de
esos que no te dejan ni aunque les grites que te dejen, uno que no se fuera, uno
donde no fuera su mejor amiga, uno donde él quisiera ser mi mejor amigo y nos riéramos
en las noches al escuchar roncar a ambos, hacer una lista de personas con las
que dormiríamos si no nos amaramos y poner a Brad Pitt en primer lugar.
Un amor que me merezca, con quien vivir
locamente una vida de cordura y coherencia, con quien quitarme las ganas de
querer tantamente a lo salvaje, sin preocuparme si soy yo la primera en decir
te amo o la última en pedir perdón.
Quería un amor para las dos yo que viven en mí.
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