miércoles, 28 de febrero de 2018

El hombre ave 28/28


Esto no es mío.
Pero es mi cuento favorito de uno de mis libros favoritos. Cayó a mis manos por azares del destino y curioso es que lo leyera cuando sentía que mi vida cerraba como un círculo perfecto.

Un cuento de Luis Pescetti del libro “Nadie te creería”

El hombre ave
Un hombre y una mujer se conocen en un congreso de personas a las que les hubiera gustado ser aves. He aquí lo que ocurre: se enamoran y deciden pasar el resto de su vida juntos. En el momento de tener un hijo piensan en darle el don que ellos anhelaron. Con increíbles esfuerzos logran llegar hasta los mejores especialistas, para pedirles que manipulen sus genes de tal manera que su hijo nazca con plumas y pueda volar.

Sin embargo pasan una noche de crisis, con grandes dudas y angustias, al pensar las consecuencias que acarrearía a su hijo este don. Al amanecer, agotados por sus cavilaciones, de todas maneras deciden hacerlo y que lo criarían como a un niño normal.

El hijo nace sin estar completamente cubierto de plumas; pero de sus brazos, sí, nacen hermosas plumas verdes y turquesas. A la edad en la que todos comienzan a caminar, él comienza volar; hecho que sus padres jamás revelan a nadie, pues no quieren convertirlo en un niño-fenómeno, alguien a quien llevaran a un circo o a un programa raro de televisión.

Esto permanece como un secreto toda su vida. Sólo vuela de noche o en lugares muy apartados, para su propio placer y la felicidad de sus padres.

El joven crece y se enamora de una muchacha que lo quiere tal cual es, vale decir, con esas plumas que ella descubre la primera vez que lo ve sin ropa. Esto es tan importante para él que decide que esa muchacha, capaz de aceptarlo, será su mujer para toda la vida. Luego de expresarle su amor le confiesa algo que jamás había contado: al hacer su cuerpo mas liviano para que pudiera volar, los médicos debieron programar unas piernas muy ligeras, es decir, frágiles, por lo tanto nunca había podido jugar al fútbol, ni correr, ni siquiera caminar por mucho tiempo sin sentir un gran cansancio, y quería que sus hijos fueran como los demás niños. Ella lo abraza y le dice que sí, que por supuesto, que no tema. Cuidándose de no ofenderlo, le pide que le muestre como vuela. Él despliega sus majestuosos brazos y lo hace. Emprende un vuelo amplio. Se zambulle en el cielo como hacía tiempo no lo hacía. Por el placer del aire, pero también como si se despidiera del vuelo.

Entonces le ocurre algo completamente inesperado, ve a una mujer enfrente suyo, en el aire. “¡Ella!”, piensa, e instintivamente baja la mirada; pero no, ella seguía abajo acompañándolo con los ojos. “¿Entonces?”, se pregunta confundido mientras levanta la cabeza de golpe.

Por primera vez, y cuando acababa de sentir que su vida cerraba como un círculo perfecto, allí había alguien más que volaba.

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