Soy yo la
loca de las madrugadas.
¾ Pero le dejaste un labio roto, un
ojo morado, los dientes chuecos y cojeaba de un pie, ¡ah! la oreja, le faltaba
un pedazo del lóbulo de la oreja y le sangraban las uñas. Te va a demandar.
¾ Que me demande. Si vamos a demandar, lo primero que le
demandaré es por ser un hijo de la chingada.
¾ Fernanda, eso no procede.
¾ ¿Ves? La justicia no es justa, es por eso que a veces uno
tiene que mandar a la mierda el protocolo y agredirlo hasta que alguna autoridad
competente te detenga.
¾ Irás a la cárcel.
¾ El me rompió. Debería ir él. Es más, a mí me deberían
de eximir de cualquier culpa, déjame hablar con la juez por 15 minutitos y ella
misma lo querrá madrear.
¾ Las cosas no funcionan así.
¾ Pues así deberían de funcionar.
¾ ¿Cómo te sientes?
¾ Bien.
¾ Estoy hablando en serio.
¾ Yo también. Lo único en lo que pienso ahora es su cara
desfigurada. Ojalá también lo hubiera dejado cavo.
¾ No te atreverías
¾ Dame tiempo y lo capo también.
¾ ¿No crees que sea demasiada agresión?
¾ Jueves una, viernes otra, sábado otra. El amigo del
jefe del exnovio de la amiga de los dos, ese mismo desgraciado de quien lo
defendí. La zorra mosca muerta que no se come una gordita pero se traga todo el
costal la muy perra. Sin mencionar la caja de huevos que le faltan.
¾ Tienes razón. Tú lo coges y yo lo
golpeo.
¾ Lo dejé bonito, solo porque no me anima ensuciar las
manos con su cochina sangre. Es lo único que me detiene, pero en lo que a mí
respecta hoy lo maté.
¾ Está vivo.
¾ Solo en cuerpo, por dentro está más muerto que nada,
por eso apesta.
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